En muchas ocasiones los partidos se definen por pequeños detalles que sobresalen por la actitud y confianza de un tenista. Monfils ha hecho claro ejemplo de ello, ya que en un encuentro igualado contra Haider-Maurer ha hecho servir la inercia y motivación que le ha provocado Roland Garros.

El galo se ha llevado el partido en dos duros tie breaks frente al tenista austriaco. Dos sets que han mostrado lo complicado que es cambiar y adaptar tu juego de la arcilla a la hierba. Finalmente, el 7-6 (6) y 7-6 (5) han dado el pase al francés para cuartos de final en Stuttgart.

El escaso bote perjudica a ambos

En un juego de subidas, smashs y continuos cambios de golpes, Monfils y Haider-Maurer se vieron envueltos en unas condiciones perjudiciales para su tenis. El escaso bote de la pelota provocaba que la mayoría de los golpes no pasará más allá de la red.

Los errores no forzados se multiplicaban y los servicios eran potentes y abiertos dificultando todavía más devolver un buen golpe desde el resto. Por ello, los jugadores servían con suma facilidad, sin tener ningún momento de duda y con escaso peligro ante un posible quiebre.

Eso sí, el austriaco tuvo que salvar una al principio del partido, pero el tenis aun frío de ambos tenistas le permitió salvarlo sin problemas. En cambio, Monfils tuvo un momento de dudas y permitió con 4-5 una bola de break que provocaba la primera bola de set. Dos buenos movimientos rápidos acabaron de manera inmediata con el peligro.

La muerte súbita trajo más dudas en la primera manga. Monfils veía como el austriaco le ganaba un punto desde el resto a las primeras de cambio. Los movimiento estaban siendo más lentos, pero dos winners le permitieron al galo apuntarse el primer set.

Misma tónica con un tie break de locura

La segunda manga tendría los mismos componentes y las mismas características. Ambos tenistas cómodos con el saque y sin opciones de realizar golpes ganadores desde el resto.

Otra vez, ninguno de los jugadores pudo aprovechar las dos bolas de rotura que tuvieron en su haber. Haider-Maurer se sentía incómodo con las bolas largas que le lanzaba Monfils, mientras éste último no encontraba la soltura caracterítica con el revés.

Al final, la segunda manga se decidiría en el tie-break. Una locura de muerte súbita donde los nervios se hacían notar en la pista alemana. El resto, por primera vez en el encuentro, era la mejor herramienta. No obstante, Monfils fallaría menos con su servicio y acabaría sentenciando un debut muy sufrido sobre la hierba.