Gael Monfils, tenista francés que siempre ha declarado sentirse absolutamente incómodo sobre césped, ha alcanzado sus primeras semifinales de la temporada en esta superficie en el ATP 250 de Stuttgart, el cual además funciona como apertura de la corta pero intensa temporada de hierba que culminará en el mes de julio con el tercer Grand Slam del año: Wimbledon. Además, la clasificación de Monfils a la penúltima ronda del torneo se ha producido por la puerta grande, derrotando al gran ídolo local Philipp Kohlschreiber, un tenista mucho más propenso a desarrollar su tenis sobre hierba que el francés.

Monfils, que llegaba tras sufrir más de lo esperado en su debut sobre césped ante el austriaco Andreas Haider-Maurer el pasado miércoles, se vio obligado a desplegar su mejor tenis para imponerse a un Kohlschreiber que, pese a no encontrarse especialmente cómodo sobre la pista en esta ocasión, fue un adversario difícil de batir y que, ante el apoyo de su público, presentó una encarnizada batalla que se prolongó durante más de dos horas de partido y que tuvo que alcanzar el tercer parcial para encontrar una resolución adecuada para los intereses del francés.

Monfils, un tenista de rachas

El encuentro comenzó con un break para cada tenista, con ambos errando al servicio y una acumulación excesiva de errores que denotaba la falta de aclimatación que tanto Monfils como Kohlschreiber todavía sufren apenas una semana más tarde de haberse despedido de la arcilla parisina. Sin embargo, francés y alemán no tardaron en coger el ritmo de la superficie, disputando un parcial extremadamente parejo que contó con intercambios de calidad y numerosos winners, destacando el gigantesco desempeño de Monfils con un servicio que se tornaba incontestable para Kohlschreiber. El tenista local, cuyo revés no terminaba de funcionar todo lo bien que le gustaría, sufría algo más con su saque pero lograba alcanzar el 5-5, momento en el que el set estaba a punto de decidirse.

Con el marcador igualado, Monfils tiró de carácter y avanzó sobre la pista con su derecha, entonándose y conectando golpes ganadores que empujaban a Kohlschreiber más allá de la línea de fondo. De esta forma el francés lograba romper el servicio de su rival por segunda vez en el partido y colocarse con saque para adelantarse en el marcador. Para hacerse con el set, Monfils todavía tendría que salvar una bola de rotura favorable al alemán, que no estaba dispuesto a tirar la toalla. Sin embargo, el implacable primer servicio del francés acabó concediéndole el dominio y un 7-5 que le permitía respirar tranquilo.

En el segundo set, Kohlschreiber comenzó mucho más afinado que su rival. Monfils, algo envalentonado tras vencer en el primer set, pecaba de excesiva confianza y encajaba un break que daba una inmediata ventaja al alemán en el marcador. Exhibiendo una notable estabilidad, Kohlschreiber mantenía un servicio tras otro y acababa cerrando el set con un 6-3 que enviaba el encuentro a la tercera y definitiva manga.

Con 2-1 en el marcador para Monfils y saque para Kohlschreiber, el tenista francés se torcía el tobillo e inmediatamente se veía obligado a solicitar la asistencia médica, motivo por el cual el encuentro se detuvo durante más de diez minutos, rompiéndose por completo el ritmo del mismo. Al reanudarse, un frío Philipp Kohlschreiber no era capaz de mantener su saque y Monfils aprovechaba la tesitura para pasar a la ofensiva y romper el servicio de su rival, logrando una ventaja que finalmente acabaría siendo definitiva para la resolución del encuentro por 6-3.

De esta manera, Gael Monfils conseguía su clasificación para unas semifinales de Stuttgart en las que se verá las caras con Rafael Nadal, dejando al torneo germano con un único representante local en nómina: un Mischa Zverev que esta misma tarde deberá batirse con el segundo favorito del torneo, Marin Cilic, por un puesto en las semifinales del sábado.