Tanto Mahut como el holandés Haase llegaban a las semifinales en un gran estado de forma. El francés llegaba de vencer en cuartos de final a su compatriota Mannarino en un partido plácido para Mahut. Más tuvo que sudar Haase para ganar su enfrentamiento a tres sets con Ivo Karlovic. Con los partidos de la jornada anterior era lógico que el tenista local llegase con más carga física que su rival y que el favorito para ocupar la plaza en la final fuese Mahut. Pero Haase, con el público de su lado, iba a luchar para seguir peleando por el título en su tierra.

El partido comenzó con el guión previsto. El juego de ambos tenistas es muy similar: buscan un saque potente que les permitiese subir a volear. Así, con este estilo de juego es difícil que tu rival haga una rotura y ambos tenistas mantenían el saque con facilidad. El partido se estaba convirtiendo en un tanteo constante de ambos tenistas, ninguno se atrevía a tomar las riendas del partido y pecaban de conformismo a la hora de jugarse los puntos. En el ecuador de este primer set fue Mahut el que puso más empeño en su juego y llegó a gozar de una bola de break, pero no la supo aprovechar y el marcador seguía con su habitual igualada. Cuando parecía que la primera parte de este partido estaba abocada a una muerte súbita, un error de concentración por parte de Mahut sirvió para que Haase hiciese la primera rotura del partido y, mantuvo su servicio, para anotarse el primer set.

La igualdad estaba siendo la tónica dominante en el encuentro. Ambos tenistas habían basado su estrategia en el saque-red, con lo cual los puntos eran muy cortos y el marcador estaba muy igualado. A pesar de esta igualada, fue Haase el que consiguió anotarse el primer parcial en su marcador y tomar ligera ventaja sobre su rival.

El segundo envite comenzó igual que el primero. Ninguno de los dos tenistas daban su brazo a torcer y estaban obcecados en hacer el juego que llevaban haciendo durante todo el torneo y que tanto efecto surte sobre el césped: servir y subir a la red. En esta tónica se mantuvo el segundo set con puntos muy cortos e igualdad en el electrónico. La diferencia con el primer parcial es que en esta ocasión el break llegó antes y cayó del otro lado. Fue Mahut, en el sexto juego, cuando metió una marcha más y superó a su rival con una contundente rotura. Este break le sirvió al francés para anotarse el segundo set, que estuvo igual de disputado que el primero.

La igualdad seguía siendo la que regía el partido. Sin que ninguno de los dos tenistas desplegase un juego muy brillante, el partido estaba al cincuenta por ciento en fuerzas. En la antesala del tercer set no se podía vaticinar un finalista para el torneo holandés.

Tras el descanso de rigor, los tenistas empuñaron las raquetas y saltaron a la pista dispuestos a coger el último tren a la final. Haase, que quería demostrar ante su público su valía, fue el que más desconcentrado salió a la pista. Este fallo de concentración le hizo ceder su primer servicio y, viendo los antecedentes, perder un servicio en el set definitivo era casi como firmar tu sentencia de muerte. A pesar de estar ambos tenistas en la cuerda floja, ninguno de los dos varió su juego; estaban dispuestos a morir tal y como habían vivido. Mahut comenzó a ser algo más conservador en su juego, lo que obligaba a Haase a arriesgar más en sus golpes. Pero esto no e sirvió al holandés para hacer una rotura a Mahut y, el francés, terminó llevándose el gato al agua y cogió el tren a la final mientras Hasse miraba incrédulo en el andén.

No se puede decir que uno de los dos tenistas fue claramente mejor que el otro, pero a pesar de la igualdad uno de los dos tenía que jugar la final y, los errores de concentración hicieron que Haase se despidiese de su tierra. Mahut no fue mejor pero hizo un juego más efectivo que le permite estar en la final del torneo que ya ganó en el 2013. Su rival no se conoce todavía y saldrá del enfrentamiento entre Gilles Muller y David Goffin.