Un cometa, una estrella fugaz. Un brillo en la bóveda celeste sobre todos los demás, que asciende, avanza con rapidez y precisión, emociona a todos los que lo contemplan... y luego desciende y desaparece. En esto se puede convertir Marin Cilic, un jugador que ha vivido en los últimos dos años situaciones de los más dispares y variopintas.

Una sanción por dopaje de cuatro meses al dar positivo por metabolito de niketamida, alteró por completo la forma de encarar el 2014. Parecía que sería un año de progresiva recuperación, con juego y resultados de tendencia positiva, hasta que la estrella eclosionó y se convirtió en cometa. Cilic pasó por Nueva York dejando una huella imborrable, y obteniendo un éxito del que aún tiene resaca. Wimbledon buscará ser el bálsamo y el punto de partida para retornar a este excelso nivel que le hizo entrar en el olimpo del tenis mundial.

Una temporada muy gris

El nacido en Medjugorje y residente en Montecarlo, ha disputado 19 partidos en todo el 2015, con un pobre bagaje para un jugador de su nivel, como es el de 10-9. Cilic comenzó el año con la presión de demostrar si el nivel de tenis que le permitió ganar en Nueva York podría tener continuidad. Pronto se puso de manifiesto que no sería así.

Falta de confianza y de mordiente en su juego

Derrotas ante jugadores como Juan Mónaco, Víctor Estrella-Burgos o Santiago Giraldo, después de perderse el Abierto de Australia por lesión, sumieron al croata en una profunda crisis. El mejor resultado de la temporada de tierra batida lo hizo en Montecarlo, alcanzando los cuartos de final y cayendo ante Djokovic de manera contundente, por 6-0 y 6-3. En Roland Garros se pudo ver que no estaba al nivel de los mejores, al ser vapuleado por David Ferrer en octavos de final, por 6-2, 6-2 y 6-4.

Y es que el serbio se ha erigido en la bestia negra de Cilic. Dos jugadores de países tan rivales como Croacia y Serbia, que se han medida en las últimas semanas en dos ocasiones con victoria para el serbio en ambas. Queen´s presenció una nueva derrota de Cilic ante Troicki, y por ende, una nueva decepción para el croata.

Resultados inciertos en Wimbledon

La irregularidad marca la trayectoria de Cilic en el Grand Slam londinense. Su primera aparición data de 2007, y cayó ante Gilles Simon en cinco sets. En 2008, con tan solo 20 años, se metió en los octavos de final, donde fue frenado de nuevo por un francés: Arnaud Clement. Repetiría este resultado ya en 2012, siendo frenado por Andy Murray.

Los cuartos de final de 2014, mejor resultado

No fue hasta el 2014, precisamente cuando parecía llegar menos rodado y con menores expectativas de éxito, cuando el croata dio un salto cualitativo en Wimbledon, alcanzando la antepenúltima ronda del torneo. Su victoria frente a Berdych en tercera ronda, le dio una gran confianza, y fue capaz de batallar hasta el final con el que a la postre sería campeón del evento: Novak Djokovic.

Dudas y esperanzas a partes iguales

Cilic puede afrontar Wimbledon desde una visión positiva o negativa. La primera le hace percibir el evento como un trampolín para su tenis; una oportunidad idónea para aplicar su característico juego atacante basado en un gran servicio y mejor derecha, que le den confianza y le catapulten a una ronda avanzada. Pero también puede considerar que el mal momento de forma que atraviesa se verá reflejado en su juego en Londres.

A pesar de tener condiciones para ello, Cilic no es un especialista en hierba. Le falta frescura y agilidad para subir a la red, flexionar y gestionar golpes cortados así como automatismo claves en el desplazamiento por la pista. Mucho dependerá su devenir en el torneo de los rivales que le toquen, pero el mal momento en que llega puede mermar muy mucho su tenis.