Amanecía un nuevo día en Londres y el Sol traía bajo sus rayos una nueva jornada del mejor tenis del mundo en el All England club. Uno de los partidos de esta jornada, correspondiente a los treintaidosavos de final del torneo, era el que iba a enfrentar a primera hora a Makarova contra Rybarikova. Los precedentes eran favorables a Rybarikova que, de cuatro enfrentamientos contra la rusa, había vencido en tres. A pesar de este dato favorable a la eslovaca, todos los dedos señalaban como clara favorita a Makarova, actual número ocho en el ranking de la WTA. Las tenistas estaban preparadas para abrir una apasionante jornada en Wimbledon.

Makarova dejó claras sus intenciones con el primer servicio: iba a practicar un juego muy agresivo para poner a su rival contra las cuerdas sacándola de la pista. Por su parte Rybarikova comenzó el partido con menos intensidad que su rival, pero pronto sacaría sus mejores armas a relucir. En el tercer servicio de la rusa, Rybarikova sacó sus mejores golpes para sorprender a los presentes con el primer break del partido. Makarova miraba con ojos incrédulos y en sus movimientos se podía percibir un enfado consigo misma por dar tanta ventaja a su rival en los primeros compases del encuentro.

La tenista eslovaca no se iba a dejar sorprender por el juego de su rival y, con un excelente servicio, consiguió mantener su ventaja en el marcador. Makarova parecía vagar como un fantasma por la pista sin saber que debía hacer allí, sacó su peor versión y volvió a ceder su saque. El exceso de confianza de su rival le llevó a reducir distancias en el marcador con un contrabreak, pero de poco sirve esto cuando no estás concentrada y pierdes un nuevo servicio. A Rybarikova se le presentó el primer set en una bandeja de plata y no desaprovechó la oportunidad de anotarse el primer envite.

Makarova era la sombra de la tenista que conocemos. Esto, sumado al inconmensurable estado de la eslovaca, fue la combinación fatal que le estalló en la cara a la tenista rusa. El descanso iba a venir bien para centrar la cabeza y convencerse de que tenía que ir a por el partido. Algo parecido pasaría por la cabeza de su rival, pero esta ya tenía mucho más terreno ganado.

Con la convicción que deben tener quienes desean hacer una memorable hazaña salió a la pista Makarova. La rusa sacó a relucir su mejor reportorio de saques ante lo que nada pudo hacer su rival. Apunto estuvo de ponerse un break por delante la rusa, pero un supo aprovechar la bola que tuvo para ello. Rybarikova y Makarova comenzaron así un intercambio de golpes que levantaban al público de sus asientos. Ambas tenistas tenían claro a lo que tenían que jugar y sapían anticiparse en muchas ocasiones al golpe de su rival. Como dos boxeadores que se miran a los ojos invitándose a caer sobre la lona el uno al otro, así se miraban las dos tenistas.

Con una incredulidad que mantenía viva la llama del partido. Makarova asestó un golpe en la mandíbula Rybarikava en forma de rotura, pero la eslovaca mantuvo el tipo y sacó más fuerzas que su rival. Consiguió el contrabreak, mantuvo su servicio y puso contra las cuerdas a su rival que cedió un nuevo servicio que la envió directa a la lona de Wimbledon.

Con la sorprendente victoria de Rybarikova, avanza una ronda más y ya está en los dieciseisavos de final del torneo inglés. Makarova por su parte dice adiós entes de los esperado y protagoniza uno de los descalabros del torneo. La rival de Rybarikova en la siguiente ronda será Govorstova, que también llega tras una sorprendente victoria contra Alize Cornet.