Resulta obvio afirmar que para triunfar en el mundo del tenis es preciso ostentar un amplio repertorio de golpes, buen físico y gran cabeza. En el mundo hay muchas tenistas que cuentan con estos condicionantes, pero muy pocas que desprendan un aura de campeona como lo hace Garbiñe Muguruza.

Y es que la hispanovenezolana es una jugadora diferente. No se trata solo de ganar, se trata de emocionar al aficionado. Las personas que abarrotaron la pista 2 en este caluroso día en Londres, no podrán olvidar el sublime espectáculo que han presenciado. La capacidad de caer para levantarse, de jugar cada punto como si fuera la vida en ello, de resurgir de sus cenizas y de hacer comprender al aficionado que el tenis, en ocasiones puede dejar de ser un deporte para convertirse en un arte. Eso es lo que ha hecho Garbiñe Muguruza, dando un nuevo salto en su transición de promesa a realidad.

Primer set para la historia

El duelo estaba servido; aires de revancha inundaban la pista, con una Kerber que buscaría con ahínco redimirse de la derrota ante la española en tercera ronda de Roland Garros. No solo se enfrentaban dos jugadoras, sino también dos estilos antagónicos de entender el tenis; la búsqueda del ganador frente a meter una bola más, el golpeo inmisericorde de la bola buscando las líneas frente a la capacidad para flexionar, correr y variar alturas y velocidades. Garbiñe Muguruza contra Angelique Kerber.

Garbiñe se apoyó muy bien en su saque en momentos cumbre

La alemana salió decidida a por el partido. Aprovechó una cierta displicencia de Garbiñe en los compases iniciales para tomar ventaja en el marcador. Impresionantes imágenes las que brindó la número 10 del mundo, jugando prácticamente sentada sobre la hierba, elevando al máximo exponente la flexibilidad y la intensidad de piernas. Los errores caían inexorablemente del lado de una Garbiñe que parecía condenada al ostracismo.

Angelique Kerber en Wimbledon. Foto: www.wimbledon.org

Con 3-0 y 0-40 en contra, la bombilla se iluminó. Los genios tienen estas cosas; de la nada al todo en un abrir y cerrar de ojos. Muguruza encadenó nueve puntos seguidos, dando un puñetazo sobre la mesa y poniendo de manifiesto lo que cualquier aficionado sospecha al verla jugar: muy pocas pueden ganarla cuando juega bien. Equilibró el marcador la española y se desató una batalla tenística y psicológica sin precedentes.

Tenis en su máximo exponente y emoción a raudales

Intercambios de escándalos, con ambas jugadoras desplazándose con agresividad sobre el césped, jugando profundo, entrando y saliendo de la pista para golpear a la bola en el momento óptimo. Kerber esperaba agazapada el momento para dar un golpe demoledor que neutralizara a una Garbiñe que estaba jugando a tumba abierta. Emociona ver a la espigada jugadora española lanzarse sobre la pelota como alma que lleva el diablo, y escuchar el sonido que se desprende al contacto con su raqueta. El sonido de una historia que está comenzándose a escribir y que apunta a best seller.

Muguruza salvó nueve bolas de set

Se llegó así al duodécimo juego que resultó ser una oda al tenis. 16 minutos de enconada batalla entre dos competidoras natas; bolas de set para la alemana que eran salvadas con zambombazos a la línea, defensas imposibles de Kerber, intercambios de más de 20 golpes. Garbiñe llevó el encuentro al tiebreak, donde el drama adquirió tintes de epopeya. 14-12 el resultado final, tras salvar nueve bolas de set la española, y aprovechar la quinta ocasión de la que dispuso.

Garbiñe Muguruza en Wimbledon. Foto: www.wimbledon.org

Kerber se exprimió en el segundo parcial

Imagínense por un momento el vacio que supone estar peleando durante más de una hora por un objetivo que se ha acariciado y que se ha esfumado por milímetros. Imagínense la frustración y el desconsuelo que pudieron invadir a Kerber cuando se dirigía a su banquillo para descansar. Y ahora dejen de imaginar. No. La alemana no se hundió, ni acusó el esfuerzo baldío, sino que fue un acicate para seguir haciendo su mejor tenis.

Reacción de campeona de Kerber ante una desorientada Muguruza

Garbiñe pidió una tregua que no le fue concedida. El esfuerzo mental y físico realizado por la española la dejaron exhausta, y no estaba preparada para continuar a ese nivel. Kerber se quedó sola en el campo de batalla, deleitándose en su victoria parcial, mientras Garbiñe se retiraba sigilosamente a su campamento, oxigenándose y preparándose para el golpe final.

Ave fénix Muguruza

No es nada sencillo tener la capacidad de relajarse un poco y volver luego al máximo nivel. Ese tipo de estrategias suelen acabar mal, y el hecho de que una joven de 21 años cuya mayor carencia es la estabilidad mental haya logrado hacerlo, da una idea del nivel de tenista que es Garbiñe Muguruza. La hispanovenezolana entregó la cuchara en el segundo set, pero cogió un cuchillo que atravesó el tenis de Kerber como si de mantequilla se tratara.

Garbiñe Muguruza en Wimbledon. Foto: www.wimbledon.org

Rompió la española el servicio de Kerber en el tercer juego, y tomó una ventaja que ya no desaprovecharía. Con 3-1 tuvo un 0-40 que la alemana volvió a levantar, dando debida cuenta de la gran tenista que es. Lejos de amilanarse, Muguruza siguió a lo suyo. Tuvo la sangre fría para jugar más liftado, cambiar alturas y desconcertar por completo a una Kerber que encontró en las dejadas el único argumento para agarrarse al partido.

Un nuevo break en el séptimo juego y su consolidación con buenos servicios, hicieron que la española hincara la rodilla en la hierba como si de una conquistadora se tratara. Tras la decepción que supuso caer el año pasado en primera ronda, Muguruza ha demostrado su capacidad para practicar buen tenis sobre el tapete londinense. Sonrisa reluciente, emoción a raudales pero celebración discreta. Y es que Garbiñe no se conforma con unos octavos de final.

Wozniacki, siguiente rival

De sobra es conocida la fragilidad de la danesa en los Grand Slam. A pesar de estar jugando un buen tenis, Wozniacki parece una rival asequible para Muguruza, que se crece en estos partidos. Ya fue capaz de derrotarla en el Abierto de Australia 2014, y el head to head entre ambas es favorable para la española en dos partidos a uno.

Head to head favorable para la española

La danesa tiene un agujero notable en su drive. Incapaz de atacar con garantías, se limita a meter bolas y cuando los nervios la atenazan los fallos caen inexorablemente. Garbiñe ha de jugar como solo ella sabe hacerlo; atacando cada bola como si fuera la última y teniendo muy claro un concepto que puede asustar y dar escalofríos: si juego a su nivel ganará el partido. La historia continúa.