Cuatro horas y media. Ese fue el tiempo que tardó Marin Cilic en acabar el maratón que terminó siendo su duelo ante el estadounidense John Isner. Un encuentro de altibajos por ambos tenistas, pero que dejó una dura batalla con dos estilos bien definidos y que la hierba no interrumpió. Un choque que no pudo terminarse por falta de luz y que la reanudación pilló frío a Isner que poco pudo hacer para alargar todavía más el encuentro. Al final: 7-6, 6-7, 6-4, 6-7 y 12-1o para el tenista croata.

Dos tie-breaks de inicio

Ningún error en las dos primeras mangas con el servicio. Jugadores que tienen el saque como pasaporte en este Wimbledon, sobre todo el estadounidense gracias a su gran altura que le permite hacer de su golpeo un cañón imparable para el rival. El croata ha sido irregular en esta área del tenis, pero su gran precisión para encontrar ángulos se ha adaptado a la perfección al terreno londinense.

Los peloteos intensos, pero siempre con golpes planos que no creaban ese ímpetu de arriesgar para buscar el error del rival y conseguir esa ventaja a base de un quiebre. La tensión era alta y los jugadores buscaban imponer su juego para seguir vivos en el torneo.

Así que el choque repartiría un set para cada uno de los dos jugadores que verían como sus golpes adquirían mayor fuerza en la muerte súbita. Dos tie-breaks que aseguraban la bellza del encuentro.

Cilic muestra sus credenciales

El partido adquiriría un grado de mayor agresividad que provocaba otra sensación de dinamismo en el intercambio de golpes, con un Marin Cilic más certero en sus envíos a los diferentes ángulos de la pista, mientras Isner ser perdía en un desconcierto de impaciencia e imprecisión en sus envíos que veían como objetivo empotrarse contra la red o salir al pasillo de dobles.

Los nervios eran más visibles y ambos tenistas comenzaban a tener sus primeras dudas con su servicios. Las bolas de rotura se sucedían en cada saque, pero el sacador lograba salvarlas con un juego más agresivo, sobre todo Isner que soltaba balas con su brazo derecho.

El púbico estaba entretenido, más en esta tercera manga donde la verticalidad del juego y un juego más agresivo hacía presenciar un choque más divertido. Al final sería el americano el que tendría el primer fallo con un golpes erráticos e impacientes que terminaban en nada. 

Cilic lograba el primer break del partido que obligaba a que el croata no fallara en su saque para encarar con buenas expectativas el partido. Pues así lo hizo, pese a momentos dubitativos con 15-30 en el marcador.

Isner se lleva el H2H en la muerte súbita

El estadounidense se mostraba sonriente y confiado pese al pequeño desliz en el tercer set. Todavía quedaba partido y las cosas se estaban decidiendo por pequeños detalles en un escaso margen de pocos segundos. El juego se volvía a igualar y el ritmo descendía a golpes ganadores.

El peloteo fue escaso y el desgaste físico comenzaba a hacer mella en ambos tenistas que estaban realizando una odisea para su cuerpo. Ninguno arriesgaba y ninguno fallaba. Ello llevó que la cuarta manga se tuviera que decidir por tercera vez en la muerte súbita.

Un tie-break donde los nervios afloraron y los saques fueron imprecisos. Empero, Isner comenzó con más fallos con su derecha y varias pelotas al pasillo, pero sería el croata con sus dos últimos servicios el que daría la manga a su rival y provocaría el quinto set.

Maratón bajo la luna, sprint bajo el sol

El quinto set dejaría una gran sensación en el espectador por la fortaleza y rabia con la que ambos tenistas disputaban los puntos. Cilic pareció asegurarse el set en los primeros juegos con un break precoz, pero no demoró el americano en devolverlo.

A partir de ahí, la igualdad volvía a ser patente y los puntos se disputaban a expensas de que alguno de los dos pusiera una marcha más para tomar ventaja y acariciar los octavos de final. La noche caía sobre la pista y el público se temía lo peor: el partido no terminaría.

Así fue, el encuentro fue suspendido con 10-10 por falta de luz. Los dos jugadores cansados tomaban la noticia con cierta desilusión, porque era difícil saber cómo cambiaría la situación al día siguiente. 

El partido se reanudó y duró dos juegos. Cilic ganaba el encuentro de una manera más rápida de los esperado, ya que Isner todavía estaba fría y sus golpes pecaron de imprecisión. Una maratón que terminó con el croata como ganador.