Dicen que los gatos tienen siete vidas. Novak Djokovic, además de la felina eslasticidad, parece compartir este atributo con dicho animal, aunque quizá Nole tenga ocho... o diez...

Para tumbar al serbio, es necesario ganarle varias veces. El "ave fénix" del tenis resurge de sus cenizas. Cada golpe le hace más duro, más letal. En ocasiones, para derrotarle, es necesario algo más que hacer el partido de tu vida. Y eso es lo que le ocurrió a Kevin Anderson.

El espigado jugador sudáfricano hizo todo lo que tenía que hacer e incluso algo más. Sus golpes combinaban a la perfección potencia y precisión. Los misíles de Anderson levantaban la cal de las líneas ante la impotente mirada de Djokovic. Kevin sublimó su nivel, se convirtió por algo más de tres horas en un "superclase". Pero se quedó con la miel en los labios.

Imperial Anderson

Nadie daba un duro por Anderson. A pesar de la magnífica temporada de hierba que está firmando el sudafricano, su tenis parecía estar a años luz del de Djokovic, que llegaba al choque sin haber cedido ni un solo set.

No le importaba esto a Anderson. El de Johannesburgo es de ese tipo de jugadores que, gracias a un descomunal saque, marcan el tempo del partido a su antojo. Sabía el sudafricano que su objetivo era complicarle la vida a Nole, plantearle un "partido sucio", con puntos a dos o tres golpes. Y vaya si lo consiguió.

Desde el comienzo, Novak Djokovic mostraba su incomodidad sobre la Pista 1 del recinto inglés. Kevin Anderson no daba ni una Djokovic perdió su primer set del torneooportunidad al saque, y la precisión en sus tiros ponía en algun que otro aprieto a Djokovic en sus servicios. El tie break era inevitable e hizo las veces de resumen del set. Ninguna concesión con el saque y alguna que otra genialidad al resto le daban a Anderson el primer parcial. Primero que Djokovic dejaba escapar en el torneo.

Nada cambio en el segundo. Las dudas se posaban sobre la raqueta del número uno, de la que solo salían golpes dubitativos, temerosos. Anderson seguía con su juego eléctrico, mientras que Djokovic se veía desobordado una y otra vez. Su cara era un poema, pero aún así logró llegar al tie break.

Fue entonces cuando el sudafricano mostró sus primeras dudas. Estrelló dos derechas cómodas y el tiburón Nole olía la sangre. Pero con 5-2 arriba, el de Belgrado se relajó y permitió que su rival le diese la vuelta al marcador. No se lo podía creer Djokovic, Anderson le acababa de ganar el segundo parcial y la eliminación se convertía en una amenaza más que real.

Galones de campeón

El sol se iba poniendo y la luz comenzaba a escasear en la repleta Pista 1. Quien no se apagó fue Novak Djokovic. El serbio demostró porque lleva 152 semanas al frente del ranking. Demostró ser el mejor jugador sobre la faz de la Tierra.

Una mezcla de rabia y orgullo, unido al lógico vértigo de Anderson supusieron una mezcla letal. Djokovic entró en el modo "supercampeón" y ni las bombas de Anderson pudieron pararlo. En tan solo 25 minutos, el serbio cerraba el tercer set por 6-1. Anderson ya sentía el aliento del serbio en la nuca.

En la cuarta manga Djokovic se humanizó, pero su altísimo nivel y el desconcierto de Anderson hicieron que pronto llegase el break. El de Belgrado subió el nivel con el saque y cerró el cuarto set justo al ocaso. Djokovic había empatado el partido. Pero los caprichos de la climatología, en forma de falta de luz, obligaron a posponer la batalla final al día siguiente. Anderson se había salvado por la campana.

Y al segundo día, Nole resucitó

Salía con el sol y con él se reanudaba la batalla. El avance de las tropas serbias se había visto frenado en su mejor momento. Tocaba volver a empezar.

El número uno entró frío a la pista. Inexplicablemente, estaba cometiendo los mismos errores que en el día anterior, y la inspiración había vuelto a la raqueta de Anderson. Djokovic tuvo que salvar dos bolas de break para llegar empatado a un final de set que se antojaba frenético. El serbio tenía la presión añadida de sacar en cada turno para mantenerse en el torneo.

Es en los peores momentos cuando aparecen los mejores jugadores. Pero no hizo falta. Anderson, intratable al saque durante las más de tres horas de encuentro, se apagó. El pánico se apoderó de su brazo. Dos dobles faltas y dos errores daban el break definitivo a Djokovic, que al servicio cerró su particular odisea. La remontada se consumaba. Al segundo día, Djokovic había resucitado.

Su rival en cuartos será Marin Cilic, un jugador de perfil similar a Anderson. Aunque no atraviesa su mejor momento, Cilic es siempre un rival incómodo para el serbio. De hecho, en la misma ronda, el año pasado, el gigantón croata llevó a Nole al quinto set. Tenemos partido.