El tenis es constancia y la constancia es el tenis. Son mucho los "genios incomprendidos" que han dejado su huella en la historia del deporte de la raqueta, algunos con más gloria que otros, pero todos ellos con la irregularidad como estandarte común. Un mismo patrón de jugador del que Fernando Verdasco quizá sea el mejor ejemplo.

Constancia es lo único, y a la vez tanto, que le ha faltado siempre al madrileño. La irregularidad ha sido un parásito adherido a la raqueta de Fernando desde que empezase a dar sus primeros golpes en las pistas del Club de Tenis Chamartín. Es precisamente esta falta de constancia la causa por la cual la palabra que se nos viene a la mente al oir su nombre es "imprevisible" y no "fenómeno".

Su partido de hoy ante Nadal es el último ejemplo de una innumerable lista de "quiero y no puedo", que quizá más bien sea "puedo y no quiero".

Ciclón Fernando

Con el martillo de Thor por derecha y las piernas de Carl Lewis se presentaba Fernando Verdasco en la pista central del deslucido torneo de Hamburgo. Un gladiador al que en la tierra alemana le esperaba Nadal, el más fiero león en tiempos pasados que hoy en día lucha por mantener su categoría de felino.

En los dos enfrentamientos anteriores entre ambos (Madrid 2012, Miami 2015) el león de Manacor había sido un simple e inofensivo gatito para Fernando.

Pero por mucha confianza que uno tenga, la simple presencia de Nadal intimida, y mucho. Verdasco salió como un flan a la pista y perdió su servicio a las primeras de cambio. Parecía que Rafa no tardaría demasiado en verse en las duchas, pero el tempranero break hirió el orgullo del genial Fernando, que transformó los nervios en rabia y recuperó el servicio perdido.

El madrileño había destapado el tarro de las esencias y todo lo que tocaba se convertía en oro, o mejor dicho, todo lo que pegaba se convertía en winner. Nadal, que sigue con una falta de confianza alarmante, era totalmente desbordado por el furioso recital de Verdasco. Un break más le sirvio a Fernado para cerrar por 6-3 un primer set en el que su superioridad fue incontestable.

Un juego que lo cambió todo

El ya de por sí cielo gris de Hamburgo se volvió de un negro opaco para Nadal y los organizadores que veían como Fernando Verdasco estaba maltratando a su principal, y caro, reclamo.

Sacaba Rafa, y Verdasco, empecinado en oponerse a las leyes de lo El primer juego del segundo set fue crucialhumanamente posible, pegaba más y más fuerte a la bola, con la rabia de quien sabe que hace años dejó marchar un tren hacia el olimpo. El madrileño lograba una bola de break con sabor a debacle para Nadal, pero el mallorquín hizo gala de su admirable amor propio, y con más corazón que tenis logró salvarla. Después, tras una larga sucesión de deuces y salvando dos bolas de rotura más, Nadal cerraba el juego y, sin darse cuenta, el partido. Su potente "vamos" retumbó en toda la pista y convirtió a Verdasco en una vela que se consumió a pasos agigantados.

El maratoniano juego vació el depósito de Fernando, que sin apenas resistencia cedió sus dos siguientes saques. Sin apenas quererlo, Nadal tenía el segundo set en el bolsillo, una manga que cerró por 6-1.

Rafa no perdona

Lo que estaba ocurriendo sobre la pista de Hamburgo era inexplicable. En un abrir y cerrar de ojos, Fernando Verdasco había pasado de ser un superclase a un jugador ordinario. Sus derechazos a las líneas se escapaban ahora por más de un palmo, los winners se convertían en errores no forzados, y sus piernas ya no llegaban a las bolas de Rafa.

Nadal, por su parte, siguió a lo suyo, trazando una línea ascendente en cuanto a juego y sensaciones. Pasó de ser dominado a dominar y "fundió" a Verdasco, moviéndolo de lado a lado sin ninguna clase de piedad.

Hubo un atisbo de reacción, impulsado por las esporádicas genialidades del madrileño, pero Rafa se mostró muy superior en los momentos claves y cerró el tercer y definitivo parcial por un nuevo 6-1.

Nadal, aunque dejando aún muchas dudas tras de sí, logró de esta forma una importante victoria. El mallorquín nunca dejó de creer en sí mismo, lo que le permitió mejorar sustancialmente su nivel y doblegar a un Verdasco que solo duró 60 minutos. En la siguiente ronda, el rival de Rafa será el vencedor del choque entre Jiri Vesely y Andreas Haider-Maurer.