Fabio Fognini, como una cassette de los de antaño, tiene dos caras. Por un lado esta el rostro más amable, el de un jugador brillante y talentoso, con golpes de genio, al alcance de unos pocos privilegiados. Esta faceta del de San Remo es la que le ha permitido sumar a su palmarés tres títulos ATP y sorprendentes victorias, como las dos consecutivas ante Rafael Nadal este año.

Sin embargo, su tremenda calidad no se refleja en su ranking (32), y la explicación a esta disconformidad la encontramos en su otra cara, el lado más oscuro del mago de San Remo. Un rostro caracterizado por las raquetas destrozadas y los constantes desaires al rival, a los jueces y, lo peor de todo, a sí mismo. Fabio pasa de ser un genio a un niño estúpido y caprichoso en cuestión de segundos.

Sus partidos se asemejan a una montaña rusa, y el equilibrio entre estas dos facetas es el factor determinante en sus encuentros. En el día de hoy, ante Albert Ramos, pudimos contemplar ambas versiones del italiano, al que solo su magia en los momentos clave le salvó de una eliminación dolorosa.

El mago apareció en el primer set

Paralelo al sorteo inicial, Fabio Fognini llevaba a cabo su "cara o cruz" particular, decantándose la moneda por la primera opción. Nos tocaba contemplar a la versión más brillante del italiano.

Desde el primer momento, Fabio hizo valer su condición de favorito. Ramos solo pudo sumar dos ganadores en el primer setEl de San Remo rompió el servicio de su rival a las primeras de cambio y comenzó su particular recital de derechazos a las líneas. Ramos era dominado en cada punto y tan solo en su tercer turno de servicio pudo evitar las bolas de rotura. Tal era la superioridad del transalpino, que Albert solo pudo conectar dos ganadores en el primer set. Un segundo break en el séptimo juego puso el parcial en bandeja de plata para Fognini, que lo cerró por 6-2 en poco más de media hora.

(Fotografía: Croatia Open)

Involución transalpina

Todo iba sobre ruedas para el italiano. Su ritmo era demasiado alto para su rival y sus golpes demasiado precisos. A pesar de la incomiable actitud del catalán, daba la impresión de que el partido sería un mero trámite para Fabio.

Pero volvió a ocurrir. Con un 0-40 a su favor en el primer juego del segundo parcial, la cabeza de Fabio se nubló. La luz se transformó en oscuridad y la versión más amarga del transalpino hizo su aparición en la destartalada pista central de Hamburgo.

Tras un recital de lamentos, gritos y protestas, y con una raqueta por los suelos como broche final, Fognini perdía su saque por primera vez en el partido. La desesperación del italiano fue fruto del buen hacer y la solidez de Albert, que subió el nivel considerablemente. A pesar de que Fabio conseguiría recuperar el saque, otra inoportuna rotura le hacía perder la manga por 6-3.

La luz se impuso a la oscuridad

El cúmulo de despropositos visto en el segundo set, hacía temerse peor a los aficionados italianos. En su banquillo, los sonrientes rostros que hasta hace solo unos minutos mostraban tranquilidad, eran todo un poema.

A pesar de la meritoria actuación del español, todos los allí presentes sabían que el rival de Fognini en el definitivo tercer set era él mismo, un rival nada despreciable.

Siguiendo con el guión esperado, el tercer parcial estuvo lleno de genialidades que contrastaban con otros tantos errores de bulto. Ramos no podía hacer nada, pues, para bien o para mal, el partido estaba en las cuerdas del italiano.

Finalmente, y al igual que en el inicio del partido, la moneda cayó de cara y el mago Fognini ganó el pulso a su lado oscuro, cerrando el partido por 6-3.

(Fotografía: ATP)

En la ronda de cuartos de final, Fognini se enfrentará a la revelación del torneo, el británico Bedene, protagonista de la jornada por su soprendente victoria ante Roberto Bautista en dos tie breaks.

A pesar de la derrota, Albert Ramos se marcha de Hamburgo con una sonrisa en la cara, y es que después de haber "bajado a los infiernos" del circuito Challenger, el jugador de Mataró va recuperando su mejor nivel de juego, aquel que le permitió situarse entre los 40 mejores del mundo.