El coraje de Jérémy Chardy, sustento ante la artillería lanzada por John Isner en uno de los partidos más parejos que se recuerda en años. El galo y el estadounidense protagonizaron un duelo para la historia que al final cayó del lado del francés, quien levantó siete bolas de partido y sobrevivió a los 32 aces lanzados por su adversario. Tras una maratón de tres horas, Jéremy Chardy dio muerte súbita al norteamericano 6-7 (9), 7-6 (13), 7-6 (4) tras tres dramáticos tie breaks. El bombardeo no fue mortal.

La maldición de John Isner contra Jéremy Chardy sigue vigente tras un duelo de lo más encarnizado: el americano desaprovechó siete bolas de partido, cinco de ellas en el segundo tie break, y sigue sin concer la victoria ante el galo después de cuatro (incluyendo éste) enfrentamientos. La lluvia, que obligó a retrasar la batalla varias horas, no fue lo único que cayó sobre la pista central de la Rogers Cup, sí lo más liviano en comparación a los obuses del norteamericano. La espera, mereció la pena, y la batalla estuvo a la altura.

La igualdad no pudo ser mayor entre ambos titanes

John Isner, decimosexto cabeza de serie, atravesando un gran momento de forma y en una dinámica muy positiva después de coronarse en el ATP 250 de Atlanta y alcanzar la final del ATP 500 de Wahington, donde cedió ante Kei Nishikori, ha puesto fin a unas semanas triunfales en su país ante Jérémy Chardy, número 49 del ranking ATP.

Los jugadores, que comenzaron con muchas dudas, empezaron sus respectivos turnos de saque con un 0-40 en contra, rápidamente solucionado sin llegar a ceder su servicio. Y así, durante todo el set, hasta que el parcial se marchó al inevitable juego de desempate.

Durante el tie-break, igual que a lo largo de todo el set, un minibreak parecía que iba a sentenciar la primera manga. Y así fue, cuando John Isner dominaba 10-9 arriba, una doble falta de Jérémy Chardy le entregaba el set al estadounidense, el primer y suculento plato de una larga comida al que le restaban otros dos, el siguiente más sabroso que el anterior.

El norteamericano, impulsado por la confianza otorgada unos minutos antes, consiguió cobrar una ventaja inicial y obtener el break, colocándose 3-1 arriba. Pero en el juego de la confirmación, Chardy, encontró la llave para quebrar el imperial servicio de su adversario y devolver la igualdad al marcador: 3-3.

La manga, inevitablemente, volvería a desembocar en un tie break épico y Jéremy Chardy en el papel de héroe. El francés levantó cinco bolas de partido, dos al resto con un tremendo passing shot defensivo y un resto ganador que enfervoreció a la fría grada de Montreal. Tras un error en la red de John Isner, el galo conectaba un potente servicio para mantener vivas sus esperanzas tras anotarse el set por 7-6 (13).

Fin de una batalla injusta

Jérémy Chardy, lanzado ahora por la hazaña conseguida, gozaría de las primeras y únicas bolas de break de la manga pero no sería capaz de materializar la rotura. John Isner, también hizo acopio a su orgullo para afrontar la sitaución.

La igualdad, a lo largo del partido, fue máxima. Y como no podía ser de otra manera, también fue la manga definitiva la que se decidió en un tie break injusto al tener que privar a uno de los gladiadores de las mieles de la victoria. El triunfador, sin embargo, sería Jérémy Chardy, quien salió a hombros y por la puerta grande dada su épica actuación.

John Isner motró síntomas de agotamiento y lesión en el último tie break. Nada pudo hacer para que el francés se colase por primera vez en unas semifinales de Masters 1000John Isner, en este juego de desempate, no lograría quebrar el saque del galo. La iniciativa, a partir de entonces, la tomaría Jérémy Chardy. El estadounidense, al otro lado de la cancha, parecía agotado y adolecía de su rodilla derecha, vendada a lo largo de todo el encuentro. Con un 4-4 imperando en el tanteador, un revés largo del americano ponía todo de cara para el francés, quien no desaprovecharía la ocasión.

Un potente servicio ponía fin a una hazaña encarnizada que será recordada durante años, décadas en la memoria de Jérémy Chardy, que rompió su barrera particular y se cuela en unas semifinales de un Masters 1000, el de Montreal, donde se medirá a Novak Djokovic, verdugo de Ernst Gulbis.