Nace, crece, se reproduce y... muere. Esa es la génesis de todo ser vivo, pero el tenis y los grandes torneos que lo representan parecen tener más lejana que nunca esa última y dramática fase. Wimbledon suele asociarse con historia, tradición, leyenda, mientras que al Us Open se le mira con admiración y cariño por su bulliciosa grada, pero Nueva York ha sido clave en que éste prodigioso ser vivo, como es el tenis, naciera sin complicaciones, creciera sin prisa pero sin pausa, y superara todo tipo de adversidades que le han reforzado como uno de los deportes más aclamados del mundo.

Son ya 133 años de torneo, con partidos míticos que permanecen en la memoria colectiva, no solo del mundo del tenis. Y es que el deporte puede ser el mejor instrumento para cambiar la sociedad, para impulsar avanzar tecnológicos y para lograr la confraternización de los seres humanos. Porque el tenis es disfrutar, y disfrutar es vivir.

Monopolio de jugadores locales en su inicio

En su origen, el torneo estaba organizado para el entrenamiento y disfrute de la clasa alta de la sociedad, que vio en el tenis una manera de relacionarse. Siendo más un acto social que un deporte, las reglas no eran homogéneas. La bola pesaba más o era más grande en unos clubes u otros, el sistema de puntuación era variable y el tenis era ese niño que se quiere comer el mundo pero no sigue un patrón en sus actuaciones.

El Us Open fue itinerante, hasta que en 1968 se instaló en Nueva York

Así surgió en 1881 la Asociación Nacional de Tenis de Estados Unidos, en aras de estandarizar normas, y decide organizar un torneo que supuso la primera edición de lo que hoy en día es el Us Open. Fue celebrado en Newport, Rhode Island, y supone el punto de partida del evento que en apenas unos días comenzará. Ese momento clave en la vida de toda persona, en la que se da cuenta de que su andadura en el mundo comienza a tomar forma.

Richard Sears es el vencedor de las siete primeras ediciones del torneo, copado por jugadores locales. Henry Slocum le toma el relevo, así como Oliver Campbell, Robert Wren y otros muchos pioneros de este deporte, que fueron clave en el desarrollo del mismo. El único ganador no estadounidense entre 1881 y 1925, es el británico Laurence Doherty, vencedor en 1903.

Llegan los felices años 20, y con ellos el afán por seguir desarrollando el tenis como válvula de escape a la Gran Guerra. Y se erige imponente la figura de un adelantado a su tiempo: Bill Tilden. Alto, potente y amante de jugar desde fondo de pista, algo inconcebible en esta época, y menos con sus condiciones físicas. Tilden se divertía jugando. El tenis era su pasión y no se pasó al profesionalismo, a pesar de las múltiples oportunidades que tuvo de hacerlo. Lo hizo ya con 37 años, y se dedicó a hacer giras por todo el país enfrentándose a algunos de sus rivales más notorios, como si de boxeo se tratara. Ganador del Us Open en siete ocasiones, se le considera una de las figuras claves que cambiaron el tenis mundial.

Bill Tilden. Foto: itf

René Lacoste y Henri Cochet, fueron los dos únicos mosqueteros capaces de hacer sombra al dominio estadounidense. Entre 1926 y 1928 no hubo campeón local, siendo un ya veterano Bill Tilden quien volviera a hacer ondear la bandera de las barras y estrellas en honor del campeón del evento.

Manolo Santana fue campeón en 1965, y diez años después, Manuel Orantes

Fred Perry, Jack Kramer, Pancho Gonsales o Tony Trabert, son solo algunos de los nombres ilustres que anteceden la eclosión definitiva del tenis. El deporte de la raqueta se hace mayor de edad entre finales de los 50 e inicios de los 60, con la entrada de mitos como Roy Emerson, Rod Laver o Ken Rosewall. Australia se erige en la nación de referencia, y sus jugadores triunfan en Nueva York.

En 1963 logra filtrarse un mexicano en este dominio, como es Rafael Osuna. El que fuera apodado como "el pelón", encarna una de esas entrañables historias de constancia y superación, de lobo solitario que explota al máximo su talento innato con esfuerzo y dedicación, y que logra derrotar a la saga más gloriosa del tenis estadounidense en el Us Open de 1963. Las crónicas de la época narran que Osuna llevó a cabo una táctica inédita para contrarrestar los saques de su rival en la final, Frank Froheling.

"Parado más lejos de la línea de base que cualquier otro tenista que recordemos, Osuna se permitía más tiempo del habitual para lidiar con el saque de Froehling". Cuando uno de esos cañonazos sorteaba la red, él lo devolvía hacia arriba, una y otra vez. Semejantes tácticas le permitieron romper el servicio más poderoso del tenis en seis oportunidades durante tres sets, y aplastar las esperanzas de Estados Unidos de lograr un título en el US Championships".

Rafael Osuna. Foto: ESPN

Comienza la Era Open en 1968

El tenis deja de estar dividido entre circuito amateur y profesional, siendo reconocido como deporte olímpico y reglado por la Federación Internacional de Tenis. Se abre un nuevo paradigma, en el que el Us Open se desarrolla ya sin freno, al albur de algunas de las figuras más grandes del tenis masculino.

Arthur Ashe fue el ganador del torneo en 1968, y su victoria no es solo la de un tenista, sino el de millones de personas que luchan contra la xenofobia. Fue el primer jugador afroamericano en proclamarse campeón de un gran torneo, y aprovechó su influencia para luchar activamente contra las políticas de apartheid de Sudáfrica, e intentar mejorar la posición social de los afroamericanos en Estados Unidos.

Arthur Ashe levanta el trofeo de campeón del Us Open 1968. Foto: www.usopen.org

Connors y McEnroe, figuras claves del torneoLaver y Rosewall daban sus últimos coletazos, antes de que una nueva hornada de jugadores cambiara por completo este deporte. Ilia Nastase, Guillermo Vilas, y sobre todo, Jimmy Connors y John McEnroe, dejaron su impronta en el torneo neoyorquino. Connors venció en 1974, 1976, 1978, 1982 y 1983, y McEnroe en 1979, 1980, 1981 y 1984. Ambos protagonizaron algunos de los mejores partidos de la historia ante rivales de la talla de Ivan Lendl o Bjon Borg. El sueco no logró ganar nunca en Nueva York, no así Lendl, que encadenó tres años seguidos victorioso, siendo especialmente intensa su final de 1985 ante McEnroe.

Sampras y Agassi dan un giro al torneo

Mats Vilander y Stefan Edberg dieron la nota de color escandinava a un torneo que veía nacer a una nueva estrella en 1990. Un joven desgarbado y de rizos en el pelo, vencía a un estrambótico Andre Agassi, empeñado en vestir ropajes poco habituales en el mundo del tenis. Un duelo de estilos, de personalidades, que se convirtió con el tiempo en una de las rivalidades más apasionantes de la historia.

Cada año Estados Unidos se dividía para apoyar a uno u otro de sus jugadores. Sampras o Agassi. Agassi o Sampras. Mucho más que tenis, y siempre desde el respeto y la admiración mutua. Logró colarse en la fiesta Patrick Rafter, que con su juego agresivo de saque y volea, venció en 1997 y 1998, así como Marat Safin y Lleyton Hewitt, dos jóvenes osados que amenazaban el triunvirato formado por la "vieja guardia" estadounidense.

En 2002 se cerró una era en el torneo, con la victoria en la final de Pete Sampras ante Andre Agassi. Ambos ya veteranos, en fase descendente de su carrera, y que hicieron un último regalo al público con un encuentro memorable, en el que Sampras cosechaba su decimocuarto y último Grand Slam.

Entrega de premios de la final Us Open 2002. Foto: www.usopen.org

La precisión y la elegancia al servicio del tenis

Y surge Roger Federer. En 2004 aterriza en Nueva York un joven suizo que ya atesoraba en su poder tres Grand Slam. Campeón en Wimbledon 2003 y 2004, y en Australia de ese mismo, Nueva York asistió a toda una exhibición del que sería el gran rey del torneo.

Campeón entre 2004 y 2008, dominador indiscutible del tenis mundial y aún más del torneo disputado en Flushing Meadows, hasta que un argentino se cruzó en su camino. Tras casi dos horas de partido, Federer camina inexorablemente hacia su sexto título consecutivo en Nueva York. 6-3 7-6 (7) para el helvético, que incomprensiblemente se relaja.

Y fue el relajamiento con un precio más alto por pagar. Del Potro cogió confianza y poco a poco fue encontrándose mejor en la pista, hasta que hacía soltar la sorpresa. Remontada histórica y título para el de Tandil, en uno de los episodios más memorables de la historia del torneo.

Djokovic y Nadal, inolvidables duelos

Las ediciones de 2010, 2011 y 2013 serán siempre recordadas por el nivel de tenis mostrado por el serbio y el español, que brindaron tres apoteósicas finales. Nadal logró la victoria en dos de ellas y Djokovic en la otra, siendo estos partidos los que marcarían y mucho su devenir en los siguientes años. Nadal se dio cuenta de la necesidad de atacar más la pelota y defenderse profundo y al centro, ante un Djokovic que parecía imbatible pero que logró superar sus miedos en 2011, mostrando una solidez mental y física inauditas.

Murray pasó de niño a hombre en 2012, logrando ganar un Grand Slam que estaba dejando de convertirse en sueño para ser en pesadilla, por la ansiedad que desprendía en cada una de sus comparecencias en un major. Alejado de los focos de Wimbledon, el británico jugó un excelso tenis que le llevó a ganar en Nueva York. Mientras que en 2014, el Us Open puede denominarse como el torneo de las sorpresas. Nishikori venció a Djokovic y Cilic a Federer en semifinales, algo que parecía imposible antes de disputarse sendos partidos. El croata aprovechó la confianza para proclamarse campeón, y lograr algo que muy pocos, incluso él mismo, creían que podrían conseguir algún día.

Marin Cilic en Us Open 2014. Foto: www.usopen.org

La historia continúa, y es que el Us Open de 2015 se presenta apasionante. Con un Federer imparable en los torneos previos y con la ilusión de ganar otro Grand Slam, un Djokovic con ciertas dudas, Murray con mucha confianza y Nadal en horas bajas, así como con otros jugadores capaces de todo, léase Wawrinka, Nishikori o Cilic. ¿Quién será el siguiente en entrar en el prestigioso club de ganadores en Nueva York?

VAVEL Logo
Sobre el autor
Diego Jiménez Rubio
Fui Coordinador General de Más Deportes y Viajes, y miembro del Consejo de Dirección de VAVEL España. Me encanta comunicar mi pasión por el turismo y el deporte, y hacerlo con responsabilidad y profesionalidad.