El que estaba llamado a la gloria amenaza con convertirse en juguete roto. Comparaciones inevitables con Roger Federer, ansiedad por verle entre los mejores, atención mediática por su noviazgo con María Sharapova...Demasiadas cosas juntos para que Grigor Dimitrov pueda triunfar. Un joven de 23 años no está preparado para ello, y mucho menos cuando parece que vive una situación de cierto desapego hacia este deporte.

Tras un 2014 brillante que se suponía sería la antesala de su eclosión final, este 2015 se tiñó de gris desde los primeros torneos. Dimitrov ha lucido desconcentrado en todo momento, más pendiente de cuestiones extradeportivas y sin esa ilusión y vitalidad que desprendía el pasado año. Su decisión de romper abruptamente con Roger Rasheed, su entrenador, y María Sharapova, su pareja, se erigen en un golpe de realidad que no se ha visto refrendado luego por un cambio de actitud del búlgaro. La puntilla ha llegado en Nueva York.

Kukushkin, muy entonado

No es un rival cómodo el kazajo, y menos para grandes citas, donde su nivel de juego crece sobremanera. Asentado en el puesto 56 del ránking, Kukushkin se mueve por inspiración. Cuando encuentra el día adecuado, es un jugador temible.

Dimitrov cometió demasiados errores no forzados, hasta un total de 67

Golpes planos a gran velocidad, buen servicio y una excelsa movilidad. Esos son los ingredientes de un jugador que construye su edificio a base de constancia y solidez de fondo. Sus estadísticas de final de partido de 38 golpes ganadores y 37 errores no forzados así lo atestiguan. Kukushkin jugó de tú a tú al búlgaro, al que sacó de sus casillas. Dimitrov se precipitaba al ver que no lograba desbordar a su rival y cometía muchos errores.

Así transcurrieron las dos primeras mangas. Dimitrov estuvo muy timorato al servicio, entregando el saque en tres ocasiones durante el primer set, y una más en el segundo. Tras un inicio renqueante, se esperaba que el de Haskovo reaccionara rápido, y más cuando transitaba break arriba en el segundo set, pero Mikhail reaccionó y llevó el encuentro a un tiebreak donde Dimitrov estuvo muy ansioso, y eligió mal todos sus golpes.

Con dos sets abajo solo se podía recurrir a la épica. Y así lo hizo Dimitrov. Incrementó su ritmo de piernas y se puso más sólido de fondo de pista, soltando alaridos intimidatorios. La friolera de 28 golpes ganadores, entre el tercer y el cuarto set, conectó un Dimitrov que se encaminaba raudo hacia la remontada.

Remar, remar y remar para morir en la orilla

Pero en el quinto los fantasmas se le aparecieron. Mostró el de Haskovo su inseguridad, al relajarse viendo que lo más difícil estaba ya hecho. Estuvo tímido al resto, sin lograr ni una sola pelota de rotura, y cedió su saque en el quinto juego, ante un Kukushkin que se erigió en una muralla de fondo de pista.

Amenaza de juguete roto

La desolación inundaba el rostro del joven búlgaro, que ve cómo este 2015 no será definitivamente un año prolífico para sus intereses. Ha de cambiar mucho para intentar acabar de la mejor manera posible, auspiciado en pistas indoor, donde rinde a gran nivel. No parece ostentar el afán competitivo que otros grandes, algo que se vio incluso el año pasado al negarse a ir como suplente a la Copa Master, pero estar en Londres para compromisos publicitarios. Dimitrov se puede convertir en el Bouchard del circuito masculino. Está en su mano evitarlo.