Gilles Simon ya es finalista de Metz. Lo es por tercera vez en su carrera deportiva, tras haber alcanzado la misma ronda en 2010 y 2013. Las dos ocasiones previas en que consiguió aterrizar en la última ronda del torneo, acabó ganándolo y, curiosamente, la última vez lo hizo ante el mismo rival al que se batirá mañana domingo: su compatriota Jo-Wilfried Tsonga. Una final francesa más para un torneo galo. Algo que ya va convirtiéndose en habitual en el circuito ATP. Sin ir más lejos, este año tanto Marsella como Montpellier coronaron a un tenista local.

El camino hacia la final del tenista de Niza ha sido intachable. Tras vencer en segunda ronda al veterano francés Édouard Roger-Vasselin en sets corridos, Simon apenas tuvo dificultades para barrer al portentoso luxemburgués Gilles Muller por un doble 6-4 en cuartos de final. Un marcador que calcaría de forma exacta en sus semifinales ante otro tenista de raza potente: el eslovaco Martin Klizan. El tenista centroeuropeo llegaba a la penúltima ronda del torneo tras sufrir para vencer a jugadores como Paul-Henri Mathieu o Guillermo García López, pese a exhibir un tenis ligeramente mejorado con respecto a los últimos meses de competición.

Potencia ante contención

El partido comenzó igualado, como es habitual. Cada tenista buscaba su ritmo. Simon no tenía prisa y se limitaba a hacer que el pequeño esférico amarillento sobrevolase la red, mientras Klizan se entonaba a trompicones con su derecha plana y un servicio que lo iba manteniendo en el encuentro. Sin embargo, las oportunidades de break no demorarían su llegada en exceso. Mediado el primer set, el francés hacía valer su regularidad y su superioridad mental para desarbolar el potente pero inestable servicio del tenista de Bratislava. Pese a ello, Klizan sería quien de reponerse y, en base a restos planos y profundos, recolocar la igualdad en el marcador.

Con el último tramo del set en desarrollo, de nuevo el aspecto mental del juego cobró valor. Una variable netamente favorable a un Gilles Simon que volvió a tirar de experiencia para hincar el diente al saque de Klizan y cerrar el primer parcial por un 6-4 que no escondía tras de sí nada más que una obvia diferencia en la capacidad para gestionar momentos críticos del encuentro. Martin Klizan cabeceaba, se lamentaba y se apresuraba en sus golpeos, mientras el francés apenas tiritaba, se mostraba impávido ante las circunstancias y simplemente avanzba, sin alardes pero también sin errores.

Klizan lo intentó pero no pudo con la consistencia de Simon (Foto: Reuters).

El arranque del segundo parcial mostró a un Klizan deseoso por soltar lastre. Su golpeo de derecha se percibía algo más fluido, algo que hizo retroceder ligeramente a Simon sobre la pista azul del Moselle Open. El francés, sin embargo, tenía clarísima su estrategia. Enfundándose en un saque impermeable y, de nuevo, en una capacidad pasmosa para responder con efectividad a los momentos críticos, Simon fue capaz de desperezarse en los tramos en que mejor tenis desplegaba Klizan y de salvar bolas de rotura que, irónicamente, acabaron por romper finalmente la mentalidad de su rival.

Con Klizan totalmente desesperado, Simon preparó su cuchillada definitiva. Flexionado para recibir el latigazo del saque del eslovaco, el francés hizo gala de sus mejores armas como uno de los mejores restadores del circuito para volver a romper su servicio y colocar a Klizan de rodillas, con las manos tras la cabeza y preparado para recibir su sentencia de muerte. Con su saque, el francés no perdonó. Su trabajo fue limpio, eficaz y sin excentricidades. Su victoria se fraguó en un impoluto desarrollo anímico del encuentro y una obvia superioridad a la hora de tomar decisiones difíciles. La experiencia de Simon fue demasiado para Klizan.

Con su segundo doble 6-4 consecutivo en Metz, Gilles Simon buscará su decimotercer título como profesional, el tercero en el torneo francés. Sólo en Bucarest ha logrado el triple triunfo. Su rival, el león indomable de Le Mans Jo-Wilfried Tsonga, al que ya venció en 2013. Un encuentro atractivo y lleno de alternativas entre dos amigos que encarnan estilos tenísticos opuestos. Una fiesta para el tenis francés.