Abundan en las redes exaltados seguidores de un determinado jugador, que le acompañan en los éxitos y las desgracias, y se rasgan las vestiduras defendiendo a su ídolo. No es éste un especimen que se ajuste mucho a la filosofía del tenis, pero no se puede obviar su existencia. Fernando Verdasco es uno de los jugadores que cuenta con un "ejército" más fiel, un grupo de hinchas que idolatran al madrileño, embelesados por su juego y ciegos ante su actitud.

Y es que el juego de Verdasco enamora, pero su talante en la pista desespera. Gran mérito tienen los fanáticos de Verdasco por aguantar con estoicismo decepción tras decepción. El madrileño hace tiempo renunció a ser uno de los mejores, y vaga por las pistas intentando ganar partidos con su talento innato. Y así no se va a ninguna parte. En Tokio pudo comprobarlo.

Baghdatis se aprovecha de sus vaivenes mentales

Lo tiene todo pero no tiene nada Fernando. Y es que en el tenis actual, por muy buenos golpes que se ostenten, si no se cuenta con el aplomo mental necesario para elegir bien los golpes en el momento preciso, así como con la capacidad de mantener el nivel mucho tiempo y reponerse a situaciones adversas, se es un jugador endeble.

Verdasco es el 41 del mundo, algo execrable teniendo en cuenta su talento, pero lógico si se atiende a su mentalidad. Ante Baghdatis dio una de esas exhibiciones grotescas de apatía y falta de capacidad de reacción. Comenzó muy bien y llevaba el partido controlado en el primer set, hasta que de repente, algo pasó.

Verdasco desaprovechó cuatro bolas de break en el primer set

Quizá se preguntara qué hacía en Japón luchando por un partido que no iba a suponer nada en su carrera. Tiene la vida resuelta, es un hombre de éxito en la farándula, ostenta muchos negocios y el tenis parece ser algo totalmente secundario. Baghdatis, un hombre mucho menos televisivo, recogió el guante y decidió que ese partido no se le escaparía. Aprovechó las dos bolas de break de las que dispuso para dar la vuelta al marcador e imponerse 7-5.

El segundo set fue un severo castigo para todo seguidor del madrileño, topándose con la dura realidad. Verdasco no volverá a ser nunca el jugador que asombró en 2009. Y no lo volverá a ser porque él no ha querido. No es criticable, simplemente es su decisión, y muy respetable, pero es así y hay que asumirlo. Basta de desgarros con sus derrotas, y de defender a ultranza el talento de este jugador. Sin duda lo tiene, pero no hay más talento que el que poseen aquellos que ganan partidos, y Verdasco carece del mismo.

En un esperpéntico segundo set, el madrileño se despidió por la puerta de atrás del torneo de Tokio, permitiendo el avance a un Baghdatis que sigue derrochando pasión por este deporte. Dimitrov o Paire serán sus rivales.

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Sobre el autor
Diego Jiménez Rubio
Fui Coordinador General de Más Deportes y Viajes, y miembro del Consejo de Dirección de VAVEL España. Me encanta comunicar mi pasión por el turismo y el deporte, y hacerlo con responsabilidad y profesionalidad.