María Sharapova está excelsa. La inactividad (un sólo partido desde la segunda quincena de julio) no ha frenado un ápice su arranque en el WTA Finals. La rusa cosechó su segunda victoria en Singapur ante la otra gran favorita, Simona Halep, por 6-4 y 6-4. Con un set en su último partido, la siberiana aseguraría su presencia en las semifinales.

Al contrario de lo que suele acontecer habitualmente, Sharapova y Halep ignoraron la tregua inicial y se enzarzaron en una frenética batalla. Ambas abusando de sus potentes golpes desde el fondo de la pista, ofrecieron un recital de winners. La rusa, algo irregular ante Radwanska debido a su larga ausencia en el circuito, evidenció desde el comienzo su gran estado físico y mental. Ella fue quién tomó la delantera (2-0), pero la respuesta de Halep fue inminente, logrando desplazar de un lado a otro a Sharapova (2-2).

La campeona en 2004 trató de sorprender variando su juego, con dejadas y alguna aparición en la red, pero la rumana mantuvo el pulso con firmeza hasta llegado el desenlace (5-4). Con los deberes hechos con el servicio (sólo cometió siete dobles faltas por las 12 del domingo), Sharapova, que estaba asumiendo mayor riesgo en sus golpes, se lanzó al resto deshaciendo la equidad predominante y cerrando el primer envite (6-4).

Halep celebrando un punto ante Sharapova (Zimbio.com).

Se antojaba complejo prever un incremento del nivel en el segundo parcial, pero así fue. Sobre todo en la figura de Sharapova, que desplegó su mejor tenis de la temporada, propiciando un arranque fulgurante (3-0). El segundo juego, donde no pudo salvar la tercera bola de break, afectó mentalmente a Halep. La rumana se dejó llevar, atónita, vislumbrando como Sharapova rompía sobre la línea cada bola.

María estiró la diferencia hasta el 5-1. Fue entonces, con todo a su favor, cuando emergió de nuevo Simona aprovechando los nervios y las dudas que habían aflorado en su rival. Halep, más suelta, se dedicó a colocar la bola en pista y a atacar sólo cuando tuviera la certeza de conquistar el punto. El rostro alegre y centrado de Sharapova se convirtió en un suspiro constante, sabedora de que se le podía escapar algo imperdonable.

Sven Groeneveld, su técnico, leyó el momento a la perfección y bajó a pista para pedirla disciplina, y que no concediera puntos gratis. Un discurso que caló hondo en la siberiana, que tras el descanso reencontró el acierto perdido en los últimos juegos y al resto pudo certificar (6-4 y 6-4) un triunfo que la deja a un set de la penúltima ronda.