El tenis, como la vida misma, no es ajeno al tiempo y su impecable paso. Vivimos un momento de transición generacional. Nuevos aires erosionan el circuito, y aquellos con los que empezamos a amar este deporte -los Roddick, Safin, Nalbandian o Hewitt- dicen adiós para dar paso a una nueva hornada aún lejos del carisma y los hitos de sus predecesores.

Federer al margen -y que así siga por mucho tiempo-, Lleyton Hewitt es el último reducto de un grupo de jugadores irrepetibles que reinventaron el tenis durante la primera década del nuevo siglo. Una generación que nos hizo soñar.

El adiós del último "canalla del tenis" traerá consigo una ola de nostalgia cautivadora de aquellos románticos de la raqueta para los que "cualquier tiempo pasado fue mejor".

Mucho que enseñar

Al margen de lamentos, esta brillante generación tiene aún mucho que aportar al tenis. Los que un día fueran maestros en la pista pueden, y deben, ser ejemplos a seguir por aquellos nuevos talentos llamados a ocupar su lugar.

Cada vez es más frecuente la figura de la "leyenda-entrenador" en los banquillos de los jugadores top. Ivan Lendl, Stefan Edberg o Boris Becker son algunos de los viajeros de este tren al que Lleyton Hewitt ha sido el último en subir.

Safin, Federer, Hewitt y Roddick entre otros (Fotografía: ATP)

Los 180 centímetros de Hewitt rezuman pasión por un deporte que ha entendido como pocos. "El tenis me ha dado esta gran vida", afirmó un Hewitt que no imagina su existencia alejado de las pistas.

Esta pasión, unida a la experiencia que otorga toda una vida dedicada al tenis, hacen del australiano un candidato perfecto como orientador, tanto de jóvenes valores, como de jugadores ya consolidados. El renacer del tenis aussie, de la mano de promesas como Tomic, Kyrgios o Kokkinakis, se configura como el contexto ideal en el que Lleyton puede desenvolverse como pez en el agua.

Mucho trabajo por hacer

Tras dejarse ver en el box de Kyrgios en los últimos meses y toda una gama de rumores y coqueteos con la Federación Australiana, hoy se confirmó lo que era un secreto a voces: Lleyton Hewitt es el nuevo seleccionador del equipo australiano de Copa Davis.

El que fuese el número uno del mundo más jóven de la historia, se amolda a la perfección al perfil que debe tener el líder de una nueva generación que aspira a devolver a Australia al trono del tenis mundial.

El reto del nuevo Hewitt, aunque emocionante, conlleva una dificultad mayúscula. Debe llevar la batuta del futuro de unos tenistas que derrochan talento y falta de madurez a partes iguales. La consolidación de Tomic como estrella, encarrilar a Kyrgios y convertir a Kokkinakis en una realidad, son los primeros retos del flamante seleccionador.

Hewitt y Rafter (Fotografía: zimbio.com)

"Se trata de inculcar mi experiencia y ayudar a los jugadores más jóvenes a alcanzar su mejor nivel. He estado representando a Australia durante 17 años. La emoción de levantar esos trofeos es difícil de superar".

Lecciones del pasado para mejorar el futuro

En un panorama empeñado en criminalizar a Nick Kyrgios, y es que no para de dar motivos, Lleyton Hewitt quiere desempeñar el papel de "hermano mayor" y alejar al de Canberra de unos lares que él conoce bien.

Kyrgios es el espejo en el que Hewitt se ve reflejado quince años Kyrgios es el espejo en el que Hewitt se ve reflejado quience años atrásatrás. Eran tiempos en los que la opinión pública trataba de demonizar a un joven australiano de inmenso talento, pero de una más inmensa aún falta de educación. De Lleyton se decía que en su época junior era capaz de romper una raqueta si perdía un solo juego en un partido. Incidentes como los acaecidos ante James Blake en el US Open 2001, donde de la boca de Hewitt pudimos oir consignas racistas, hacían impensable ver al aussie como el señor que es hoy dentro y fuera de la pista.

Lleyton supo frenar, pararse a pensar, comprender que por esos caminos su carrera sería casi tan fugaz como la velocidad de su revés. Por ello está llamado a ser el "ángel de la guarda" de un Nick Kyrgios al que le sobran argumentos tenísticos como para ser portada en los periódicos solo por sus malos gestos y caprichos de auténtico niñato.

Kyrgios y Hewitt (fotografía: zimbio.com)

Llegan nuevos tiempos y retos para el que empezó siendo "el chico rebelde de Adelaida" y acabó convirtiéndose en leyenda. La prometedora carrera como entrenador de Lleyton transforma el adiós en un hasta luego y es garantía de que seguiremos disfrutando muchos años más del único e irrepetible "Mr C'mon".