Siempre bajo el foco de atención mediática, siempre objeto de análisis comparativos con Federer, de pronósticos que señalan que será el mejor del mundo. Dimitrov se cansó en 2015 de ello, y no supo canalizar la presión en el buen tenis que mostró en 2014. Algo carente de motivación y con fuertes altibajos emocionales provocados por la ruptura amorosa con Sharapova y la profesional con Roger Rasheed, el búlgaro parece decidido a recuperar su mejor nivel.

Ya mostró un buen tenis en Basilea ante Nadal, y su periplo en París-Bercy está dejando muy buenas sensaciones. Tras batir con facilidad a Pablo Carreño-Busta, el de Haskovo tenía una prueba de fuego en su enfrentamiento con Cilic, relegados a la pista 1. Grigor mostró su mejor versión.

Igualdad máxima

El deporte a veces es incomprensible, y eso habrá de pensar Marin Cilic tras ver cómo se le escapaba este partido. Y no es porque Dimitrov jugara mal, sino porque el croata tuvo infinitas oportunidades para ponerse en ventaja. 

Cilic desaprovechó diez bolas de break y Dimitrov no tuvo ninguna

El búlgaro sufrió mucho al servicio, pero sacó todo el coraje que lleva dentro para aguantar como gato panza arriba. Cada turno al servicio de Dimitrov era una odisea, pero Cilic no lograba poner la puntilla y obtener el break. La primera manga se fue al tiebreak, y Dimitrov aprovechó la motivación que supuso salvarse de hasta seis bolas de rotura, para encadenar varios puntos buenos y adjudicarse la primera manga.

La dinámica en el segundo set fue idéntica. El croata no se vino abajo y siguió estando muy activo al resto e imperial al servicio. Sacaba adelante con facilidad sus juegos al saque, y generó cuatro bolas de break, en las cuales no logró hacer su tenis y claudicó a las buenas elecciones tomadas por Dimitrov. De nuevo al tiebreak y de nuevo crecimiento exponencial del tenis del búlgaro, que cerraba en dos mangas un encuentro en el que ha estado siempre en el alambre.