¿Es un pájaro?, ¿es un avión?. ¡No, es Andy Murray!. Esto es lo que deben estar pensando los aficionados parisinos, quienes apenas han podido ver en pista a Murray. Tan fugaz como brillante, el de Dunblane ya está en cuartos de final, descansado y colocándose como un serio aspirante al título.

Hace algo menos de un mes, después de caer ante Djokovic en las semifinales del Masters 1000 de Shanghai, el número dos del mundo decidía dar un descanso a unas piernas que ya llevaban muchos partidos encima. Este gesto de indudable madurez tenística y personal es el factor por el que Murray está jugando en París con una marcha más que el resto.

Victoria psicológica antes de la Davis

El enfrentamiento entre Andy Murray y David Goffin se antojaba como uno de los partidos con más morbo de la jornada, y es que suponía el aperitivo del duelo estelar que veremos sobre la tierra de Gante en la final de la Copa Davis. El ganador del choque daría un golpe encima de la mesa de cara a la vital cita belga.

Sin embargo, el apertivo se le atragantó al bueno de Goffin, que Murray solo ha cedido 4 juegos en su camino a los cuartos de finaldurante menos de una hora solo pudo ser un mero espectador de la lección de tenis y solidez del profesor de Dunblane. Murray estaba en todas partes. El potencial físico de Andy convirtió la pista en una mesa de ping pong para un Goffin incapaz de encontrar grietas en el muro escocés.

El cansancio acumulado de una larga y brillante temporada terminó fugazmente con la resitencia del belga, que en apenas 54 minutos estaba en la ducha. 6-1 y 6-0 fue el resultado de un partido sin ningún tipo de historia.

(Fotografía: zimbio.com)

De esta forma, Murray llega a los cuartos de final habiendo cedido solo cuatro juegos y con menos de dos horas en pista. El próximo rival será un enrachado Gasquet, que sin duda pondra más trabas en el camino de Murray hacia un título que aún falta en sus vitrinas.