No todo es placer, alegría, victorias y buenas noticias en la carrera de un tenista. Se ha de estar muy preparado mentalmente para el fracaso, para estar en la cumbre y al día siguiente bajar a los infiernos. Se requiere humildad para aceptarlo y mucho trabajo para revertirlo, y en ello está Marcel Granollers.

El catalán lleva dos años en bajo estado de forma; despojado de su condición de favorito en la modalidad de dobles, vaga por las pistas sin rumbo, carente de confianza y teniendo que recurrir sin éxito a torneos Challenger para mantener el nivel competitivo. Pero lo que motiva a Marcel son las grandes citas y el Abierto de Australia es una de ellas.

Una asignatura pendiente

No juega bien en Melbourne. Es una realidad aplastante plasmable en resultados: nunca ha pasado de la segunda ronda en este torneo. No parece el momento propicio para hazañas en la carrera de Granollers, pero el catalán aprovechó la debilidad de su rival para ganar un partido que puede darle alas.

Altibajos constantes de Granollers durante el partido

El primer set del español fue de una solidez absoluta. Ninguna bola de break en contra y aprovechamiento de las dos de las que dispuso, para firmar un contundente 6-2. Pero las cosas se torcerían notablemente en la segunda manga, cuando el catalán se relajó y dejó entrar en el partido a un Ebden espoleado por su público.

Reaccionó Marcel. Lejos de venirse abajo y comenzar con inseguridades, el juego del catalán creció como la espuma. 6-1 y exhibición en todas las facetas del juego. Sin embargo, volvieron los altibajos y la consiguiente relajación de Granollers. Logró sacarse el cuarto set, pero a contracorriente y jugando realmente mal. Hay que quedarse con la victoria y con la posibilidad de explorar sus límites en un momento malo de su carrera.