Efectividad. Esa fue la clave para que David Goffin venza en cuatro sets al batallador Dominic Thiem con parciales de 6-1 3-6 7-6 (2) y 7-5 y se meta a los octavos de final del abierto australiano.

El belga arrancó con toda la carne al carbón. Preciso, brioso y rápido de piernas, no dio oportunidades en el primer set al joven austriaco que sólo atinaba a autorecriminarse. En un parpadeo, el marcador sentenciaba un lapidario 6-1 y todo pintaba a paliza.

Pero Thiem es bravo. Nunca deja de tirar y buscar ángulos imposibles. En la segunda parte su raqueta se iluminó y rápidamente se puso adelante 3-0 en el marcador, diferencia que supo manejar hasta el final del ser empatando el partido y poniendo inquietud entre el público.

La paridad del marcador se reflejó totalmente en el tercer ser, donde llegaron a igualar a seis y definir en tie break. Ahí fue Goffin el acertado y contundente, un doble break tal como el primer set fue suficiente para descolocar al austriaco y tomar la delantera.

Ya para esa altura, la efectividad del belga daba la nota del cambiante cotejo. 4-5 de breaks convertidos ante 3-11 de su rival mostraban que Goffin no dejó pasar las oportunidades. El cuarto set fue una confirmación de la tendencia, con un quiebre tempranero que Thiem no supo resolver, pese a quebrar el saque a su rival cuando esté servía para partido. De inmediato vino el contrabreak y todo estaba liquidado.

Pese al resultado, vale destacar la actitud del austriaco. Durante el cotejo, una cantada errónea del juez de silla le daba la oportunidad de repetir una bola mala, pero el se negó al decir que no le incomodó. Goffin quebró ese juego y al final se llevó todo. Aplausos para Thiem en un tiempo díficil donde demuestra que el tenis sigue siendo un deporte de caballeros.

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Sobre el autor
Angel Largo
Periodista, 30 años. Ecuatoriano amante del tenis. Padre de Roger. Profesor universitario cuando se puede.