Competidora nata, siempre concentrada, siempre alerta y sin que parezca que el resultado le afecta. Sharapova es una jugadora robótica, a la hora de canalizar el fracaso, pero encorajinada como la que más en los momentos clave. Ahí radica gran parte de su éxito; en esa actitud ganadora que amedrenta a las rivales cuando la ven con el puño cerrado moviéndose frenéticamente por la pista entre punto y punto.

No hizo su mejor encuentro ante Lauren Davis, pero ganó. Y ganar es lo único importante para la rusa. No busca la excelencia, se conforma con levantar los brazos al cielo y mandar besos a la grada al finalizar el encuentro, en señal de victoria.

Altibajos notables

Davis es una jugadora joven, tan talentosa como inestable. Cuando se encuentra bien tiene tenis para inquietar a cualquier jugadora, y así lo demostró. Saltó muy nerviosa a la pista, y en apenas 26 minutos se vio un set abajo, sin haber tenido ni una sola pelota de rotura ante una Sharapova muy seria en todo momento.

La siberiana tuvo una imperceptible relajación al iniciar el segundo set, y permitió que la estadounidense entrara en el partido. Davis se empezó a mover mejor de piernas, a jugar más profundo y a forzar los errores de una Sharapova bastante despitada. Hasta 33 errores no forzados hizo la rusa en este parcial, permitiendo que Davis equilibrara el marcador.

Sin embargo, todo cambió en el tercer y definitivo set. Davis pareció replegarse un poco al inicio, buscando reservar fuerzas para el tramo final. Pero no hubo tramo fina. Sharapova salió a tumba abierta y arrasó a la joven estadounidense. 6-0 para terminar el partido y obtener el billete para octavos de final, donde la rusa se verá las caras con una de las jugadoras más prometedoras del circuito: Belinda Bencic.