El deporte es maravilloso. Puede parecer un inicio trivial para la narración de una proeza como la realizada por Angelique Kerber, pero es éste hecho el que hace que millones de personas alrededor del mundo se levanten cada día con la ilusión de disfrutar de distintos eventos. El tenis, como otros deportes, puede convertir en realidad los sueños, y demostrar que no siempre ganan las favoritas, y que siempre hay premio para el esfuerzo y el trabajo duro durante años.

Siempre a contracorriente. Kerber es una de esas valientes que consideran que el tenis actual no ha de ser coto privado para las pegadoras, para esas jugadoras que hacen de la búsqueda constante del golpe ganador, su esquema de juego. La inteligencia, el saber elegir cada golpe en todo momento, están representadas en una jugadora llamada a hacer grandes cosas en el circuito.

Retroalimentándose de la fortaleza de sus rivales y aprovechando cada resquicio, la alemana ha hecho historia. Hace 13 días tenía bola de partido en contra ante Misaki Doi, y hoy es campeona de Grand Slam. Esto es la magia del tenis, y esto es lo que caracteriza a una guerrera nata como Kerber.

Apasionante duelo de estilos

El partido fue sencillamente impresionante. De una intensidad espectacular desde el primer punto, se desató un duelo de estilos que hizo las delicias del público local. Serena buscaba el ganador pero no lo encontraba ante la defensa numantina implantada por una Kerber, que jugaba muy profundo y aprovechaba cada oportunidad. Con menos dudas de lo habitual con su servicio, Kerber logró un break que fue recuperado posteriormente por Serena.

Serena Williams en Melbourne. Foto: australianopen.com
Serena Williams en Melbourne. Foto: australianopen.com

Williams estuvo muy precipitada en el primer set

A la estadounidense se la veía muy precipitada, y el camino para su triunfo parecía pasar por que asumiera que iba a necesitar más golpes de los habituales para desbordar a su rival. Se calmó pero Kerber siguió creciendo en su nivel de tenis. Un nuevo break en el séptimo juego, la daba una ventaja que no desaprovecharía. Los 23 errores no forzados de la estadounidense fueron una losa que no pudo superar.

Todo el mundo esperaba la reacción encorajinada de Serena, y se produjo. Jugando con más paciencia, buscando golpear a la pelota mejor apoyada y alternando con ángulos, la menor de las Williams fue muy superior en la segunda manga. Kerber no tuvo ninguna opción de recuperar el saque perdido en los compases finales, y vio cómo el partido estaba abocado al tercer y definitivo set.

Angelique Kerber en Melbourne. Foto: australianopen.
Angelique Kerber en Melbourne. Foto: australianopen.

15/32 puntos ganados en la red de Serena

Serena nunca había perdido un tercer set en una final de Grand Slam, pero las estadísticas están para romperlas. Kerber estaba dispuesta y capacitada para todo, y no acusó los nervios de verse en una situación límite en su primera final de Grand Slam. Serena buscaba la red desesperadamente al no ver huecos en el tenis de la teutona, pero era incapacidad de conectar buenas voleas.

Kerber manejó a la perfección los nervios, para convertirse en la primera campeona alemana del siglo

Kerber tomó ventaja pero reaccionó Williams. En el sexto juego, la alemana daba un golpe sobre la mesa, haciendo un break que se traduciría en 5-2 para ello. Serena sacó todo el orgullo de campeona y llevó el marcador al 5-4. Pero cuando sacaba para igualar el marcador, la teutona se agarró a la pista y no hubo manera de desbordarla.

Angelique Kerber en ceremonia de entrega de trofeos. Foto: australianopen.com
Angelique Kerber en ceremonia de entrega de trofeos. Foto: australianopen.com

Inaudito el nivel de la alemana, que tras verse martirizada en 2015 por las victorias de Garbiñe sobre ella en Roland Garros y Wimbledon, experimenta un notable salto cualitativo en su tenis con esta victoria. Hizo un partido impecable tácticamente, sin recluirse en fondo de pista, y buscando dominar con golpes profundos pero jugados con margen de error. Su capacidad para alternar con dejadas y hacer volear siempre a una errática Williams, la teutona planteó un partido sencillamente perfecto.

 Se coloca como la segunda mejor jugadora del mundo, y promete emociones fuertes si mantiene esta solidez física y mental. Nueva y merecida campeona en Australia.