Abusó de la inseguridad de su rival, fue minando su moral poco a poco, haciendo gala de los años de experiencia que atesora y de su sabiduría en la pista. No cabe duda de que Marin Cilic pasará a la historia como uno de los peores ganadores de Grand Slam de este maravilloso deporte, pero eso no exime de mérito a todo tenista que le derrota.

Partía como máximo favorito teniendo en cuenta las condiciones indoor, pero la desconfianza que arrastra desde hace meses es notable. Empezó el año perdiendo ante Bautista en Australia, Zverev le ganó en Montpellier, y ahora Kohlschreiber ha dado un nuevo revés al malherido croata. 

Cilic comenzó bien pero se diluyó

Ni siquiera tomando ventaja en el marcador, Marin fue capaz de imponer su tenis, hacer valer su mejor ránking y condición de ganador de un major. Le costó mucho entrar en el partido al alemán, un jugador claramente diésel y más con la edad. Esto permitió que Marin se llevara el set en un ligero despiste del alemán, a pesar de las cuatro opciones de las que dispuso éste para equilibrar el marcador.

Las señales eran buenas en el tramo final de set en favor del teutón, y pronto se vería el cambio de rumbo que iba a experimentar el partido. Logró el break Kohlschreiber, y no tuvo ningún problema en mantenerlo, ante un Cilic realmente pasivo e impotente.

Con el partido equilibrado y la sensación de que Kohlschreiber se sentía gran dominador del encuentro, el tercer set se desarrolló mostrando la cruda realidad: la eterna fragilidad de Cilic. No tuvo argumentos el croata al resto, sin crear ni una sola pelota de break, y entregando la manija del encuentro al alemán. Lo aprovechó el veterano, logrando un resultado nada desdeñable para él. Oportunidad de oro para acceder a una final de un torneo ATP, algo que no hace desde la que perdiera en Múnich el pasado año ante Murray.