Prometía mucho y perdió fuelle. Sam Querrey tiene 28 años pero parece un jugador ya de vuelta. Su eclosión cuando apenas contaba con 20 años, le llevó a coquetear con la posibilidad de entrar al top-10, de lo cual se quedó a un solo paso. Atesora cuatro títulos en su palmarés, pero el último de ellos data de 2012. Lesiones y bajada alarmante de nivel, le alejaron de los puestos de honor, y obligaron a tener que trabajar duro para retomar las buenas sensaciones.

Lo está intentando el bueno de Sam. Con un juego netamente ofensivo, Querrey es un jugador de pista dura. Allí ha ganado seis de los siete torneos que ostenta, siendo el otro sobre la hierba de Queens. En 2015 perdió dos finales, y quiere volver a experimentar la sensación de estar en una de ellas, y poder redimirse de esas derrotas. Partía como cuarto cabeza de serie del torneo, por lo que al llegar a semifinales, ha cumplido con lo mínimo exigible. Ahora le toca hacer la proeza.

Nishioka tiene maneras pero aún le falta

A sus 20 años, el jugador japonés es 130 del mundo, y da señales de poder progresar. Con la altura como gran condicionante (mide 170 centímetros), el nipón ostenta un ingente talento en su raqueta, y se erige en un prestidigitador de este deporte. Sin embargo, aún requiere de mayor empaque físico para poder competir contra los mejores.

La velocidad de Querrey fue muy superior a la de Nishioka, que se vio desbordado en los peloteos, y por mucho que intentó cambios de ritmo y alturas, no pudo contrarrestar el juego ofensivo del estadounidense. Amparada en un gran servicio, Querrey casi no dio opciones al japonés, y se hizo con la primera manga gracias al aprovechamiento de la única bola de break de la que dispuso.

Todo siguió igual en la segunda manga, donde Nishioka dio síntomas de cierto agotamiento físico y mental. Permitió que Sam tuviera cuatro bolas de break, y acabó aprovechando una de ellas. Eso fue suficiente para certificar su victoria y el consiguiente pase a semifinales. Espera Nishikori.