Hace ya un tiempo que el necesario relevo generacional en el tenis comienza a vislumbrarse en el horizonte. Los eternos "quiero y no puedo" de Dimitrov y compañía se han hecho a un lado para dar paso a una nueva camada de teenagers que, encabezada por Taylor Fritz y Alexander Zverev, parece decidida a dar un golpe encima de la mesa. No obstante, el relevo definitivo queda aún lejos.

Precisamente Taylor Fritz era el rival de David Ferrer en lo que era el debut del alicantino en el Masters 1000 de Miami, torneo que estuvo a escasos centímetros de ganar en 2013. Era el segundo partido del joven norteamericano ante un top 10, y las expectativas puestas en él eran máximas.

Ilusión

Arrancaba el choque al cobijo de una pista central rodeada de un ambiente cálido y festivo. Huérfano de héroes locales, el público estadounidense quiere aferrarse a Fritz como a un clavo ardiendo.

Los nervios propios del escenario y de tener al otro lado de la red a uno de los mejores jugadores del mundo se tradujeron en un break inicial en favor del de Jávea. Hasta ahí llegó la presión de Fritz, que desde entonces solo tuvo un objetivo en mente: recuperar el terreno perdido.

Taylor Fritz (Fotografía: zimbio.com)

Comenzó entonces una auténtica batalla, un duelo entre la experiencia y la ilusión, el sacrificio y el talento. Un passing cómodo que se quedó en la red frustó la oportunidad de poner el 4-1 para Ferrer. Fritz nunca dejó de creer en sus posibilidades, y apoyándose en un revés que es un guante, el niño maravilla lograba igualar el set a cinco. 

Después de más de una hora de ardua batalla, el primer parcial se decidiría en el tie break. Allí Fritz fue quien llevó la voz cantante, pero tras desaprovechar una bola de set, fue Ferrer quien dio la puntilla. Hasta aquí llegó la ilusión local.

Realidad

Los gestos de agotamiento que afloraban en el rostro de Fritz, unidos a la cruel perdida del primer parcial, hacían del partido una cuesta demasiado empinada para el joven yankee.

Si en el primer set pudo verse el descomunal talento, el segundo parcial desnudo las carencias que aun debe pulir Taylor Fritz, especialmente el aspecto físico, que le impidió competir ante una bestia física como es David Ferrer.

El norteamericano no podía casi moverse, y los juegos fueron cayendo como una losa sobre una cabeza que aun pensaba en la oportunidad perdida en la primera manga. El orgullo, y la imprecisión de Ferrer, evitaron el rosco en un segundo set que terminó con el resultado de 6-1.

Fotografía: zimbio.com

Complicado debut para un Ferrer que, pasito a pasito, sigue luchando por el difícil objetivo de mantenerse entre los diez mejores tenistas del planeta. En segunda ronda, el rival será el francés Lucas Pouille.

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