Nada se puede dar por hecho entre dos guerreras como éstas. Cómodas en terreno fangosos, Carla y Timea son capaces de remontar partidos que parecían perdidos. El saque no les ayuda, sino más bien todo lo contrario, haciendo que cada punto se convierta en una batalla psicológica. La canaria llegaba con la necesidad de defender el puesto de finalista cosechado el pasado año, y se marcha con una nueva decepción en una temporada de tierra batida donde no está logrando los objetivos.

En Madrid fue la gripe mientras que que en Roma ha sido un virus mucho más letal el que le ha dejado fuera: la constancia infinita de Bacsinszky. Cuando la suiza está concentrada se erige en una roca imposible de pulir, siendo capaz de abstraerse del marcador, sea el que sea, y endurecer los partidos hasta llevarlos al límite. Así lo hizo, y Carla se precipitó al vacío al encontrar su límite mucho antes que el de la helvética.

Muchos partidos en uno

El fondo de pista es su hábitat, y hacen del sufrimiento su estado natural. Acostumbradas a remar contracorriente para ganar partidos, estas dos sólidas jugadoras se encontraron con la horma de su zapato, en un duelo caminando en el terreno de la épica y el drama. Se necesitaron 23 minutos para los primeros cuatro juegos, en los que Timea tomó ventaja. Fue exigua debido a una descomunal reacción de Carla, a las que ya tiene acostumbrados a los aficionados.

Timea Bacsinszky en Roma. Foto: zimbio
Timea Bacsinszky en Roma. Foto: zimbio

Llegó a servir para set en el décimo juego pero no podía contentarse con eso; la canaria se vio abocada a seguir apretando los dientes y cerrarlo 7-5. Se podía prever un cierto hundimiento físico y moral de Bacsinszky, pero el título en Rabat parece haberle conferido parte de la confianza perdida los meses precedentes. La suiza no bajó un ápice la intensidad, desatándose un duelo mayúsculo en el que Carla volvió a sacar para ganar. 

Carla se relajó cuando no tocaba hacerlo, dejando escapar ventajas que parecían definitivasCon 5-4 y 30-15, nubarrones negros atravesaron la mente de la jugadora canaria, en un estado de confianza francamente mejorable. Bacsinszky no dejó de tener fe en ningún momento, y su gran actitud le permitió seguir moviéndose bien de piernas y golpear el máximo número de reveses posibles. Carla tomó ventaja en el undécimo juego de 30-0, y volvió a relajarse. Cometió fallos infantiles que la helvético aprovechó para dar la puntilla definitiva.

Y es que en el tercer parcial, Carla puso más corazón que cabeza y piernas. Despojada de la frescura física y mental, la española intentó agarrarse a un clavo ardiendo, pero éste ardía en llamas. Bacsinszky caminó cómoda hacia una victoria de mucho mérito para ello, y se presenta en cuartos de final donde se enfrentará a Garbiñe Muguruza.