Ferrer sigue sin encontrar su mejor versión y esta vez fue arrollado por el joven jugador francés Lucas Pouille. Al español le está costando coger continuidad en este 2016. No ha podido disputar la mitad de los torneos disputados debido a una lesión y eso le a afectado a su rendimiento. La chispa y garra que le denominaba en años anteriores sigue ahí, pero su tenis sólido y correoso no logra mantenerlos.

Sin embargo, Lucas Pouille esta viviendo el mejor año de su carrera como profesional. A pesar de no haber superado la fase previa en Roma, accedió al cuadro final como lucky loser y ya se encuentra en los cuartos de final. Progresión meteórica de un tenista sin agujeros, sólido y en un estado de confianza más que notable.

Un primer set jugado de lo más igualado tuvo comienzo con unos juegos muy irregulares. Ninguno de los jugadores se encontraba cómodo al saque, y Ferrer no lograba imprimir fuerza a la pelota; el cambio de raqueta sigue martirizando al alicantino, que no encuentra sensaciones y acusa una pérdida de mordiente flagrante con sus golpes. Los fallos se sucedieron de ambos lados, pareciendo Ferrer un novel nervioso en lugar de un jugador curtido en mil batallas.

Los intangibles que decantan partidos del lado de los grandes, parecen haber abandonado al alicantino, que no supo aprovechar las ventajas que tuvo ante un Pouille algo timorato. Parecía no creerse que estaba ante Ferrer, al ver una versión tan desmejorada del de Jávea. Cuando comenzó a ver que él era el dominador y que el partido estaba en sus manos, su tenis fluyó libre, martirizando a un Ferrer atrapado en una espiral de errores.

Pouille se enfrentará a Juan Mónaco en cuartos de final

Ni la tierra batida latinoamericana, ni la europea. No parece haber receta para el mal momento de un Ferrer despojado del tenis y el aura ganadora que le ha acompañado durante toda su carrera. Vía netamente descendente del alicantino que ha de encontrar una solución con urgencia si quiere frenar la decadencia. Llegará a Roland Garros como nunca había llegado en los últimos lustros; no ya sin un título en su haber, sino también sin haber logrado ninguna actuación destacable.