Hay partidos en los que el derrotado sale de pista sin explicarse cómo puede hacerlo sin el partido en el bolsillo, o al menos, haberlo llevado a la tercera manga. Rafael Nadal protagoniza esta sensación en los dos últimos torneos, en sus respectivos encuentros ante Murray y Djokovic pero no es el único. El joven Dominic Thiem pagó la novatada en sus primeros cuartos de final en un Masters 1000, donde a pesar de desplegar un imponente juego, sucumbió ante un Nishikori muy serio y que supo cómo y cuándo apretar los dientes para dejar en agua de borrajas el despliegue técnico del austriaco.

Y es que en el tenis lo más importante no es jugar bien o bonito, sino estar acertado en los momentos cumbre y atesorar inteligencia en dichas situaciones. Nishikori renuncia a artificios para ser uno de los tenistas más sólidos del circuito, que condena a sus rivales sin que éstos se den cuenta. Así lo hizo con Thiem.

El marcador refleja menos igualdad de la que hubo

Intensidad desde el inicio, golpes de efectos y velocidades variadas, y mucho talento. Thiem venía lanzado tras apear del torneo a Federer, y con tremenda motivación por plasmar el buen tenis del que hace gala en torneos menores, en un Masters 1000. Su motivación y concentración inicial se tradujo en ventaja de un break a las primeras de cambio, pero pronto Nishikori se activó al resto.

Con 3-1 en el marcador para el austriaco, Kei comenzó a jugar más largo, a no sobrecargar todo el juego sobre el revés de Thiem y a tomar la iniciativa. Fue implacable, y Dominic se bloqueó absolutamente, viendo cómo el japonés encadenaba cinco juegos consecutivos. 

La segunda manga estuvo mucho más abierta, con alternativas constantes para ambos en el resto. El austriaco dejó escapar cuatro bolas de break, y cuando parecía que podría sostener el temporal nipón y llegar al tiebreak, Nishikori demostró por qué está plenamente consolidado en el top-10 cuando su tenis no parece ostentar nada especial. Pero sí lo tiene. La capacidad para elegir bien los golpes en los momentos cumbre, y cerrar un partido en el que no fue excesivamente mejor.

Se topará con Novak Djokovic en semifinales, como ya ocurriera en Madrid. No tiene nada que perder el japonés, que si juega al nivel al que lo hizo en la capital de España, promete emociones fuertes.