La odisea continúa. Como quien camina por un desierto durante jornadas y un día encuentra un vergel, donde acomodarse y disfrutar. Bucarest fue eso, un oasis en el desierto, y Verdasco parece haberlo abandonado irremediablemente y sin mirar atrás. Levantó el título pero no la moral, ni siquiera su nivel de tenis y confianza, lo que le confina más allá del top-50 y lo que es más importante, a seguir perdiendo partidos en los que cuando está concentrado parece más que capaz de ganarlos.

Toda su carrera deportiva ha seguido este patrón; el "casi". En el ocaso, los buenos ratos ofrecidos por el madrileño se van reduciendo inexorablemente, dejando paso a un año repleto de decepciones. Una más fue cosechada en Niza, torneo en el que llegó a ser finalista y donde en esta ocasión, cayó ante Schwartzman a las primeras de ronda.

El español duró un set

Como si fuera un talentoso novato. Así se comporta Fernando Verdasco durante todo el 2016, perdiendo los estribos cuando las cosas no salen y dejando escaparse vivos a rivales a los que tenía sometidos. Schwartzman se puso el mono de trabajo para aguantar el tipo ante el empuje inicial del madrileño. Parecía motivado el bueno de Fernando pero no aceptó que el argentino le mantuviera el pulso. Se precipitó en los momentos cumbre y acabó viendo cómo el set se le escapaba de las manos.

Verdasco acusó física y mentalmente la pérdida del primer set

El premio al esfuerzo y la constancia lo recogió el menudito Schwartzman, que con el título de Estambul aún en la retina, hizo gala de una gran solidez y consistencia. Barrió de la pista a un Verdasco totalmente fuera del partido mentalmente en el segundo set, logrando la clasificación a una segunda ronda donde se verá las caras con Kevin Anderson.

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Sobre el autor
Diego Jiménez Rubio
Fui Coordinador General de Más Deportes y Viajes, y miembro del Consejo de Dirección de VAVEL España. Me encanta comunicar mi pasión por el turismo y el deporte, y hacerlo con responsabilidad y profesionalidad.