Una cuestión de confianza. Así es el tenis y así lo está demostrando este año Marcel Granollers. El catalán ha pasado en un visto y no visto, de vagar por las pistas de medio mundo, despojado de la frescura en sus piernas y mente, a experimentar un incremento de su nivel más que notable que le ha permitido ascender al puesto 58 y ganar algún partido en todos los torneos a los que ha acudido en los últimos meses.

Sobre la tierra de Montecarlo se produjo el punto de inflexión, y el catalán no parece dispuesto a dejarlo pasar. De nuevo con el Mediterráneo como testigo, Granollers se presenta en Niza con la intención de sumar victorias que le permitan llegar a Roland Garros en plenitud de forma. Ya logró la primera y lo hizo con brillantez.

Superior de inicio a fin

Carente de ritmo y confianza; así se mostró Brian Baker, un profesional de este deporte al que las lesiones han lastrado una y otra vez. A sus 31 años sigue buscando la continuidad en su tenis, habiendo sido Niza el último reducto de felicidad, cuando hace unos años alcanzara la final del torneo tras mucho tiempo en el dique seco.

Volvió a lesionarse de gravedad, en lo que parece ya una maldición en toda regla, y en este 2016 no está encontrando las sensaciones. Granollers no se apiadó del bueno de Brian, y salió a pista dispuesto a permanecer el mínimo tiempo imprescindible en ella, haciendo gala de un tenis directo e impetuoso. Con una velocidad de piernas y de bola superior a la del estadounidense, Marcel no se dejó sorprender y cerró el partido por la vía rápida. Baker solo mostró resistencia aferrándose a su servicio, que le mantuvo en la pomada durante la primera manga, pero siempre a remolque después de que el catalán recuperara el break inicial logrado por el estadounidense.

No lo tendrá nada sencillo Granollers para continuar en liza en el torneo, ya que su siguiente rival llega en plena forma. Alexander Zverev está jugando un gran tenis en este 2016, y ha percibido este torneo como una oportunidad manifiesta para inaugurar su palmarés.