Es su hábitat natural, donde se siente cómodo, donde juega sin presión permitiendo que su tenis fluya libre como manantial de agua serrana. Atesora cinco torneos en su palmarés, siendo un jugador letal en eventos ATP 250 pero sin poder trasladar ese nivel a los grandes eventos. La sobrecarga de partidos que atesora hace que deba replantearse esta estrategia a futuro, ya que siendo un top-15 parece ha de poner la mira en Masters 1000 y Grand Slam.

Ya el pasado año le pasó factura su título en Niza en el evento parisino, donde cayó a las primeras de cambio. Mientras tanto, Thiem sigue ganando y disfrutando. Está a dos partidos de lograr el que sería el tercer título de la temporada, gracias a un recital de juego frente a Andreas Seppi. 

Superioridad manifiesta del austriaco

Un partido sencillamente perfecto. Eso es lo que hizo Dominic Thiem con total aplomo, sin despeinarse. Es tal la confianza que atesora en su juego, que el austriaco se permitió barrer de la pista a todo un clásico del circuito, como es Andreas Seppi, sin ningún tipo de alarde y haciendo ver que puede jugar aún mejor.

Thiem no dio ninguna concesión al italiano que no tuvo ni una sola pelota de break

Demostraciones de este cariz son las que hacen pensar en Thiem como un top-10 en un futuro próximo. Sacó muy bien, desbordando al italiano incluso con su segundo servicio, y no dio concesión al resto. Buscó continuamente mover la pelota e hizo cambios de ritmo magistrales con dejadas. El revés de Dominic fue un guante y encontró las líneas con él, sometiendo al de Bolzano a un castigo permanente.

6-3 6-3 en apenas una hora de juego, y vía libre para las semifinales. Allí espera Adrian Mannarino, que llega lanzado tras acabar con Benoit Paire en octavos y con Guido Pella en cuartos. Se vaticina un partido interesante, pero si Thiem mantiene este nivel, se antoja complicado que el galo pueda frenarle.