Inmersa de lleno en un mar de dudas y pobres resultados, Roberta Vinci afronta de la peor manera posible el clímax de la temporada de tierra batida, Roland Garros. La italiana ha registrado un pobre bagaje en los torneos jugados sobre arcilla, con tan solo tres victorias por seis derrotas, y aterriza en París justo después del batacazo sufrido ante Kiki Bertens (clasificada 89 en el ranking WTA), procedente de la qualy, en la segunda ronda del WTA de Núremberg, donde partía como séptima cabeza de serie. 

El año 2016, sin embargo, estaba siendo un cuento de hadas para la tenista de Tarento: a mediados de febrero, irrumpió en el Top 10 mundial por primera vez en su carrera, convirtiéndose a sus 33 años en la jugadora más longeva en conseguirlo. Pero el idilio ha tornado en pesadilla. La italiana, desde entonces, solo ha sumado cinco triunfos por siete derrotas. Una desastrosa gira sobre tierra batida que llega a su recta final con el segundo major del año: Roland Garros, un Grand Slam para volver a soñar.

Caída libre tras hacer historia

El último año como profesional de Roberta Vinci, quien fijó su retirada al final de esta temporada, tuvo un comienzo histórico que poco a poco se ha ido diluyendo. Tras coronarse en el WTA de San Petersburgo, la italiana irrumpió por primera vez en el Top 10 a sus 33 años de edad, convirtiéndose en la tenista más longeva en conseguirlo. Sin embargo, desde entonces no ha estado a la altura de las expectativas y la de Taranto se encuentra en plena caída libre. 

Todo empezó a torcerse a partir de febrero, mes que siempre recordará la italiana por el hito conseguido. Roberta Vinci no firmó una gran actuación en la gira norteamericana (Dieciseisavos en Indian Wells y tercera ronda en Miami), pero el desastre comenzó a vislumbrarse más allá de los resultados. Su tenis había dado un estrepitoso paso atrás, con derrotas ante jugadoras con peor ranking: Magdalena Rybarikova (puesto número 97) en el desierto californiano y Madison Keys (26 en la clasificación WTA) en el certamen de Florida. 

Roberta Vinci se lamenta durante la elimnatoria de 'Fed Cup' ante España. Fuente: Jordi Echevarría, VAVEL

Lo peor, sin embargo, estaba por llegar. Como bien apuntó en su día Edward Aloysius Murphy: "Si algo puede salir mal, saldrá mal". Y la tierra batida llegó antes de tiempo para la italiana, una de las elegidas para competir con la el equipo español en la Copa Federeación sobre dicha superficie.

El declive comenzó tras una mala gira norteamericana, pero el desastre llegó con la 'Fed Cup' sobre tierra batida La tenista de Taranto nada pudo hacer ante Carla Suárez (6-1 y 6-1) primero y Garbiñe Muguruza (6-2 y 6-2) después. Dos derrotas muy duras que culminaron en la eliminación de Italia que no hacían presagiar nada bueno para lo que aún estaba por llegar sobre la arcilla del continente europeo.

El primer palo llegó en Stuttgart, donde Roberta Vinci, sexta cabeza de serie, cayó en cuartos de final frente a la local  Laura Siegemund (número 71 del ranking). Después, la italiana aterrizó en suelo español para disputar el Mutua Madrid Open, donde se fue en blanco: derrota 6-4 y 6-2 en la primera ronda ante Danka Kovinic (puesto 52 de la clasificación WTA).

Peor el cruel destino aún tenía reservado un último mal trago para Roberta Vinci, el más amargo de todos: el batacazo frente a tu gente. La italiana cayó 6-0 y 6-4 en segunda ronda ante la británica Johanna Konta en el Premier Mandatory de Roma, poniendo fin a una nefasta gira sobre tierra batida que culminará en París, donde la italiana llega en plena caída libre. 

Carla Suárez y Roberta vinci se saludan al término de su partido de 'Fed Cup'. Fuente: Jordi Echevarría, VAVEL

Historia de amor y odio en París

Roberta Vinci ya ha saboreado las mieles del éxito en Paríspero también ha sufrido la amarga sensación del fracaso en repetidas ocasiones. Las dos caras de la moneda explicadas a partir de un segundo factor: Sara Errani, pareja de dobles con quien Roberta Vinci ha vivido los mejores momentos de su carrera, con la conquista de la 'Copa de los Mosqueteros' de 2012 como uno de los hitos más destacados del dúo italiano. Sin embargo, sin ella, Roland Garros ha sido un cúmulo de decepciones año tras año. Una historia de amor y odio en París.

Roberta Vinci, en compañía de Sara Errani, fue capaz de lo mejor en París en 2012; en individuales, sin ella, la historia es muy distinta: fracaso tras fracaso en Roland GarrosLa pareja italiana se proclamó campeona en la modalidad de dobles del segundo Grand Slam de la temporada en 2012 tras vencer al dúo formado por María Kirilenko y Nadia Petrova. Pero, tras coronarse en París, ambas perdieron dos finales consecutivas en las ediciones de 2013 y 2014. Sin embargo, y a pesar del fatal desenlace con sendas duras derrotas a un paso del título, las alegrías brindadas con su compatriota superan con creces a las penurias.

En la modalidad individual, todo lo contrario. Ni una sola buena actuación y un terrible balance de tan solo seis victorias en once ediciones disputadas por parte de la italiana. El mejor resultado sobre la arcilla parisina se produjo en el año 2013, cuando Roberta Vinci alcanzó la cuarta ronda del certamen. Sin Sara Errani no hay paraíso en París.

Roberta Vinci y Sara Errani besan la 'Copa de los Mosqueteros' conquistada en 2012. | Fuente: Zimbio

Remontar el vuelo una última vez

Quizás lejos del nivel del resto de tenistas apostadas en la élite, las esperanzas de hacer algo grande para Roberta Vinci son más que remotas y solo una exhibición de coraje y entrega -que de eso no falta en sus venas-, podrá evitar una decepción como las ya vividas tantas veces en las pasadas ediciones.

Con todo en contra y la la fecha de la retirada asomando a la vuelta de la esquina, Roberta Vinci intentará revertir su situación en París, remontar el vuelo una última vez en una ciudad en la ha vivido alegrías y penurias a partes iguales, con  mención especial para la 'Copa de los Mosqueteros' conquistada en 2012, un Grand Slam capaz de devolver a la italiana al sueño que ella misma consiguió a comienzos de año