Motivado, intenso, alegre y desafiante. Así se está mostrando Nicolás Almagro en uno de sus torneos fetiche y del que no pudo disfrutar en los dos últimos años. Parece ver la luz al final del túnel el murciano, después de atravesar una odisea en forma de lesión y, sobre todo, incapacidad para recuperar su mejor nivel después de ésta. El otrora top-10 es un ganador nato y quiere volver a vibrar sobre la pista. No hay mejor escenario posible para ello que Roland Garros, un torneo al que llegara a cuartos de final en dos ocasiones.

Esta tercera ronda se erige en un auténtico regalo para Almagro, pero el español es ambicioso y no se conforma. Ha demostrado su buen estado de forma venciendo a dos rivales muy duros como son Kohlschreiber y Vesely, y habrá de afrontar un interesante duelo ante Goffin. El nivel del murciano ha sido tan excelso hasta el momento que frente a Vesely ni siquiera se vio forzado a jugar un tiebreak, demostrando una superioridad notable.

Perfección hecha tenis

No es fácil jugar al nivel al que lo hizo Nicolás Almagro en una pista pequeña y ante un rival tan incómodo como Vesely. El checo explota al máximo su condición de zurdo, y demuestra un gran poderío tanto de drive como de revés, encontrando golpes ganadores con relativa facilidad. Sin embargo, en esta ocasión fue Almagro el que no se limitó a defenderse sino que buscó la iniciativa con eficacia.

Almagro terminó el partido con 38 golpes ganadores y 17 errores no forzados

Comenzó fulgurante el murciano, que llegó a dominar por 5-1 teniendo bola de set. Bajó algo sus prestaciones, siendo esto normal al ver el estelar nivel del que estaba haciendo gala, y Vesely lo aprovechó para apretarle las tuercas. Cuando parecía que la remontada del checo podía consumarse y hundir a Nico en una profunda desazón, el español tiró del servicio y fue valiente, logrando cerrar la primera manga por 6-4.

Goffin será su rival en tercera ronda, al que el español venció en los tres enfrentamientos que tuvieron

Siguió todo muy igualado, pero Vesely tenía que hacer maravillas para contrarrestar los golpes profundos de Almagro. El español no se obcecó en la búsqueda de golpes ganadores, sino que estructuró bien las jugadas y tuvo paciencia para ir metiéndose en pista poco a poco y arrebatar la iniciativa al checo. Tal orden no podía derivar en otra cosa que no fuera una victoria en tres sets.