Vaya día el que se dio en la Philippe Charter hace exactamente siete años, domingo 31 de mayo de 2009. El día en que el tenis mundial  se colapsó cuando un sueco de metro noventa y pico, con poco más a su favor que la actitud adecuada y mucha confianza en si mismo acabó con la racha invencible del joven rey de Roland Garros.

En la actualidad, cuando Robin Soderling es preguntado sobre la manera en que se convirtió para siempre en el protagonista de una de las mayores sorpresas deportivas, el sueco hace referencia a aquel día en el que interrumpió la dictadura en París de Rafa Nadal y declara: “Es algo que no volverá a pasar, al menos no en cien años.”

Pese a ser un seísmo deportivo ésta derrota del tenista de Manacor en su torneo fetiche, la historia se engrandece más a medida que la leyenda parisina de Nadal alcanza el tono de súper héroe. Con tan sólo una derrota en 71 partidos de Roland Garros ante Djokovic el año pasado, aquel 6-2, 6-7(2), 6-4, 7-6(2) de Solderling parece aún más extraordinaria. 

Después de la trágica derrota de Nadal en 2009, Federer, audaz como el que más,  supo que era la oportunidad de hacerse con su tan deseada Copa de los Mosqueteros. Pero además, la victoria en París suponía completar victoria en los cuatro Grand Slams e igualar el récord de Pete Sampra’s  de 14 grandes. Consciente de que quizás ése momento no volvería a repetirse, reunió todas sus fuerzas e hizo de Soderling, al que por cierto ya se le habían agotado la magia, su víctima en la final. 

Siete años después nos encontramos en un panorama algo distinto, sin Rafa y sin Federer en Roland Garros, ambos  retirados por lesión, nos hace preguntarnos si esto significa el fin de un ciclo. Esperemos que todavía no, es muy difícil decir adiós a dos fenómenos de ésta magnitud.

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