Novak Djokovic ya ha alcanzado la inmortalidad.  El número 1 del mundo se alzó como campeón de Roland Garros 2016 al derrotar a Andy Murray por 3-6/6-1/6-2/6-4 en un partido largo de poder a poder.  El escocés se mostró intermitente a lo largo de todo el encuentro, alternando momentos de excelencia con largas fases en las que no veía la luz.  Novak consiguió completar el Grand Slam, aumentando así su leyenda y entrando en el selecto club formado por Nadal, Federer y otros grandes de la historia del tenis.  El tenista de Belgrado es el campeón vigente de los cuatro torneos de Grand Slam, una hazaña de dimensiones estratosféricas, y su superioridad en el circuito masculino sigue siendo incontestable.

El partido se presentaba con muchas incógnitas, ya que en los dos torneos previos a Roland Garros la final había sido la misma, con una victoria para cada lado.  Murray llegaba con confianza tras deshacerse de Stan wawrinka, campeón del año pasado, y Djokovic ante el reto que tantas veces se le había resistido.

El primer parcial comenzó con Murray sacando, y con ambos jugadores inseguros al servicio, por lo que los dos primeros juegos del partido terminaron en break.  A partir de aquí, fue Murray el que puso la calma en su cabeza y comenzó a distribuir el juego desde el fondo, alternando con inteligencia bolas altas y pesadas con golpes planos en la media pista.

Murray jugó un primer set excepcionalEl escocés consiguió una nueva rotura en el cuarto juego, y se lanzó a la consecución del set jugando con una confianza arrolladora.  Djokovic no encontraba los huecos, y se veía impotente ante un rival que siempre lo obligaba a golpear una bola más.  Andy Murray estuvo magnífico, eligiendo muy bien sus golpes y sin precipitarse en ningún momento de la manga, para acabar cerrándola por 6-3 y hacer aparecer ante Djokovic los fantasmas del pasado: sus derrotas en Roland Garros, las finales perdidas ante Murray (el de Dunblane posee dos títulos de Grand Slam, y en ambas ocasiones derrotó en la final al serbio)...

Djokovic se puso el mono de trabajo

El serbio, lejos de venirse abajo, protagonizó una reacción espectacular, y comenzó el segundo set jugando a un ritmo trepidante, siendo capaz de llevarse los tres primeros juegos.  Murray trató en vano de frenar la hemorragia, pero Novak había encontrado por fin la manera de hacerle daño y estaba aprovechándolo al cien por cien.  El de Belgrado comenzó a golpear más largo, a jugar muy acertado al resto y a mover por la pista a un Murray desconcertado ante la subida de nivel de su rival.  El partido había vivido un vuelco completo, y ahora era el número uno quien jugaba a placer.  La segunda manga se cerró con dos breaks a favor de Nole, por 6-1, en un abrir y cerrar de ojos.

Djokovic fue amo y señor de la segunda parte del encuentroEl tercer parcial era crucial para el devenir del encuentro, sobre todo para la confianza de Murray, y Djokovic consiguió asestar un nuevo golpe al conseguir una rotura temprana.  Los puntos eran de todos los colores, la mayoría resueltos con criterio por Novak Djokovic, quien distribuía sus golpes a la perfección y castigaba la derecha de Murray, siempre algo más inconsistente que su revés.  El británico bajó sobremanera su nivel al servicio, consiguiendo muy pocos puntos gratis y sin explotar su primer saque como en otros partidos.  El número uno siguió a lo suyo, mostrando una fortaleza de carácter y una mentalidad excepcionales, y no bajó la guardia en nigún momento hasta lograr una segunda rotura que le dejaba el aprcial en bandeja.  Sacando con potencia y colocación, logró amarrar sus juegos al servicio y ganar el set por 6-2, quedándose a un paso de lograr la hazaña.

La confirmación de un sueño

El cuarto y definitivo set arranccó con un Novak Djokovic lanzado a por el oro.  El serbio golpeó primero y logró una rotura que le acercaba aún más al título, y el escocés seguía sin ver la forma de jugar ante un rival como él.  Djokovic estaba en todas partes, devolviendo cada bola y aprovechando sus oportunidades para atacar y llevar la iniciativa, tanto con golpes profundos como con dejadas y subidas a la red.  Murray intentaba acortar los puntos y asumir riesgos, pero sufría para sacar sus servicios adelante, y no complicaba al resto a un Novak que contaba con el colchón del break.  Finalmente, tras varios juegos en los que se salvó de forma milagrosa, el número dos cedió una vez más su servicio dejando la manga con 5-2 para el serbio, y saque para ganar el torneo.

El escocés mostró su garra y orgullo con una reacción finalLa final parecía vista para sentencia, pero a Andy Murray aún le quedaba algo por decir.  El escocés es un auténtico campeón, y como tal tiró de orgullo y casta para protagonizar una reacción inesperada.  Viéndose perdido, se soltó y comenzó a golpear la bola con una potencia demoledora, desbordando a un Djokovic que vio cómo su renta de dos roturas se quedaba en tan solo una.  Todo el mundo sabe lo difícil que es cerrar los partidos en este deporte, y más aún tratándose de uno tan importante.  Murray sirvió y puso el set con 5-4, gritando para infundirse confianza y demostrar a su rival que no iba a regalarle la victoria así como así.  Djokovic sirvió una vez más para ganar, y aunque se le escaparon hasta dos bolas de partido, a la tercera fue la vencida y cayó emocionado al suelo de la Philippe Chatrier. 

Novak Djokovic ya ha ascendido con esta victoria al Olimpo del tenis, ese reducido grupo de privilegiados que consiguieron obtener los cuatro títulos grandes de este deporte.  Como Federer, Agassi y tantos otros, el serbio tuvo en Roland Garros la última parada de este tortuoso viaje, y es que el abierto francés es un escollo casi insalvable para la gran mayoróa de jugadores.  Muchos nadaron para morir en la orilla, pero Novak Djokovic, a base de talento y tesón, consiguió derrotar a sus fantasmas y alcanzar el estatus de leyenda.