El devenir de una y otra muestra la volatilidad imperante en el tenis, y cómo en apenas dos años todo puede dar un vuelvo. Allá por 2014, Radwanska parecía desahuciada, lejos del top-5 y erigiéndose en una jugadora más de la amplia segunda línea del tenis mundial, mientras que Bouchard asombraba a propios y extraños con un tenis tan completo como espectacular. Dos años después, la polaca está en la élite y se erige en un freno para el regreso de la canadiense a la misma.

Se impuso ya en su duelo en Melbourne, donde Eugene llegaba con energías renovadas y la confianza de demostrar el trabajo duro que hizo durante la pretemporada. Se impuso la polaca por 6-4 6-2, y también sobre la hierba de Eastbourne, tan solo dejó escapar seis juegos la buena de Agnieszka.

Seriedad como receta para el éxito

Sin estridencia, sin alardes y con una gran solidez de fondo de pista. Así se impuso Radwanska a una Bouchard desbocada, buscando con demasiada indiscrección el golpe ganador ante una de las jugadoras que mejor se desenvuelve en la defensa. La polaca tejió una tela de araña a base de golpes cortados, dejadas, y defensas profundas, que acabó por atrapar a una voluntariosa Bouchard.

Buen rendimiento de la canadiense en el segundo set, pero falta de precisión en momentos cumbre

La ansiedad parecen atenazar a la canadiense en ocasiones, demasiado impetuosa en su búsqueda del mejor tenis que atesora y que no disfruta desde hace dos años. Ni una sola pelota de break tuvo Bouchard en la primera manga, y aunque todo se igualó notablemente en el segundo parcial, el resultado terminó siendo el mismo.

Una nueva prueba del aura ganadora que acompaña a la polaca allá por donde va, y la convierte en clara favorita de cara a Wimbledon. Antes de la cita londinense, busca el título en Eastbourne, y para lograrlo habrá de derrotar a Dominica Cibulkova en los cuartos de final.