En ocasiones, las mayores alegrías llegan cuando menos se esperan. En un año muy discreto de Lara Arruabarrena, precisamente sobre la superficie a la que, a priori, peor se adapta su estilo de juego, ha logrado una de las victorias más importantes del año. Lara ya ganó un partido en Wimbledon 2014, y en este 2016 repite sensación y lo hace ante una consumada especialista en esta superficie.

Se presentaba casi inabordable el reto de ganar a la bielorrusa después de que ésta demostrara su gran habilidad el pasado año en Wimbledon, pero el ránking se impuso. Y es que Govortsova no dio continuidad a su buen rendimiento en el Grand Slam londinense el pasado año, y está fuera del top-100. 

Arruabarrena, cómo en la montaña rusa

Altibajos constantes, errores garrafales y aciertos notables. Así fue el encuentro entre la española y la bielorrusa, en la que la inteligencia de Lara a la hora de elegir los golpes adecuados en momentos importantes, acabó decantando la balanza. La española varió muy bien con el revés cortado, y estuvo ágil de piernas para castigar las precipitadas subidas a la red de Govortsova.

La española estuvo muy precisa con su revés cortado

La bielorrusa buscaba el golpe ganador con insistencia pero nulo orden, lo que hizo que el encuentro pareciera estar en su mano. Sin embargo, la consistencia acabó imponiéndose. Arruabarrena encarnó el estilo de jugadora paciente y sobria que se le presupone, y mostró una actitud muy positiva durante todo el encuentro.

Salvó situaciones límite en contra en el segundo parcial, y acabó rompiendo en blanco en el decimocuarto juego, ante una Govortsova muy cansada y algo desesperada, al no ver resquicios en el tenis de la vasca. Su rival en segunda será Daria Kasatkina, siendo la joven rusa un escollo muy difícil de superar.