La venganza es un plato que se sirve en frío, pero en esta ocasión, Serena tiene la oportunidad de hacerlo en un escenario donde las emociones estarán a flor de piel y la temperatura emocional de ambas jugadoras alcanzará muchos grados. A Serena se le suben a las barbas en los últimos tiempos algunas de las jugadoras de moda en el ránking, osando a ponerla en serios aprietos e incluso a ganarla en finales de Grand Slam.

Kerber es una de éstas tenistas que han perdido el respeto sobre la pista a la gran emperatriz del tenis femenino, y no solo no se han amilanada ante ella, sino que han demostrado tener una fortaleza mental a prueba de bombas, y conocer la receta mágica para derrotar a la estadounidense en partidos importantes. Hace apenas seis meses, ambas se dieron cita en la final del Abierto de Australia con claro favoritismo para la de Florida, pero Kerber no pagó la novatada y se proclamó campeona. En Wimbledon se vivirá el tercer asalto de la estadounidense al récord de Steffi Graff, y será ante una de las tres jugadoras que han postergado el mismo. La emoción está servida.

Serena y Kerber en Australia. Foto: zimbio
Serena y Kerber en Australia. Foto: zimbio

Serena Williams: acariciando el ansiado objetivo

Hace años que Serena no juega por ránking, ni siquiera para demostrar su potencial porque es algo sobradamente conocido. Lo que mueve a la estadounidense a levantarse cada día y seguir entrenando duro, es batirse a sí misma, a sus propios miedos y lograr ser la mejor jugadora de toda la historia, o al menos, la que más título de Grand Slam atesore en su palmarés.

Hace un año, Serena cosechaba su vigésimo primero en la pista que hoy puede ver cómo la estadounidense iguala el récord de Steffi Graff. El peso de la historia ha atenazado el tenis de la menor de las Williams en Us Open, Abierto de Australia y Roland Garros, pero el verdor de la pista central de Wimbledon puede conferir a Serena de la confianza necesaria para lograrlo.

Serena Williams en Wimbledon. Foto: zimbio
Serena Williams en Wimbledon. Foto: zimbio

Puede acusar el desgaste físico que supone estar en la final del torneo de dobles, junto a su hermana Venus

Campeona en seis ediciones del torneo (2002, 2003, 2009, 2010, 2012 y 2015), no parece haber lugar más indicado para que Serena alcance lo que lleva mucho tiempo buscando. Salvo la segunda ronda, el resto de encuentros disputados en esta edición por la estadounidense han sido plácidos. Christina McHale forzó la resistencia física y mental de la menor de las Williams al máximo, y cosechar la victoria pareció reforzar a Serena, intratable ante Beck, Kuznetsova, Pavlyuchenkova y Vesnina. Llega a la final repleta de confianza.

Angelique Kerber: el inconformismo hecho tenista

Ambiciosa y aguerrida como la que más, la alemana encarna ese estilo de jugadora alternativa a la potencia y búsqueda constante del golpe ganador, que se estila durante los últimos años. Kerber es puro talento de mano, apoyada en un tren inferior imponente que le permite erigirse en un muro de fondo de pista, capaz de defender lo imposible y no regalar prácticamente nada.

Su capacidad de flexión le permite jugar a un alto nivel sobre hierba, alternando con golpes de revés cortado y ángulos endemoniados. Le ha costado alcanzar el nivel para el que parecía predestinada, pero a sus 28 años está en plena etapa de madurez como jugadora. Su título en Australia demuestra que no se arredra ante las grandes oportunidades,  y en esta final de Wimbledon puede hacer historia.

Angelique Kerber en Wimbledon. Foto: zimbio
Angelique Kerber en Wimbledon. Foto: zimbio

La alemana llega a la final sin haber perdido un solo set en todo el torneo

Despojada de la presión de novata que se quitó en Melbourne, Kerber no tiene nada que perder en esta ocasión, y sabe cómo se puede ganar a Serena. Su participación en Wimbledon ha sido ejemplar, imponiéndose en dos sets a Robson, Lepchenko, Withoeft, Doi, Halep y Venus Williams. Ha demostrado sacar su mejor tenis en momentos cumbre, como varios tiebreaks en los que tuvo que salvar bolas de set en contra. Defenderá el honor de su gran ídolo de la infancia, Steffi Graff, tomándoselo como una cuestión personal. Serena jugará contra toda Alemania en este encuentro.

Claves del partido

Estilos contrapuestos totalmente, lo que puede desembocar en un apasionante duelo con roles bien definidos. Serena llevará la iniciativa en todo momento, pero es consciente de que no se puede precipitar buscando el ganador, ya que la alemana cubre mucha pista y es muy ágil. Las subidas a la red serán peligrosas, por lo que Serena habrá de intentar mover mucho a la alemana hasta encontrar el momento idóneo para lanzar el ganador.

Se han enfrentado en siete ocasiones, con cinco victorias para Serena

Kerber intentará tejer una tela de araña en forma de cambios de altura, velocidad y efectos, siendo las dejadas un argumento de peso en su juego, en aras de que la estadounidense quede atrapada. Así ocurrió en la final del Abierto de Australia, último precedente entre ambas que acabó con la victoria de Kerber. Solo en esa ocasión se enfrentaron en un Grand Slam, además de su primer duelo, en el US Open 2007, del que pocas conclusiones pueden sacarse debido a la diferencia en el contexto de ambas. En Wimbledon se juega por algo más que un Grand Slam. El espectáculo está servido.