Cuanto más difícil es el camino más se disfruta al alcanzar la meta. Esta manida afirmación puede ser atestiguada por Serena Williams, que alcanza el ansiado objetivo del 22º Grand Slam. Una jugadora de esta envergadura no podía retirarse sin lograr aquello por lo que lleva años intentando, y es poder tutear a Steffi Graff, y batallar con la alemana el título honorífico y subjetivo de mejor jugadora de toda la historia. 

Campeona en toda superficie y circunstancia, Serena no se dejó amedrentar por los nervios que atenazaron su tenis en los tres Grand Slams precedentes, y certifica así una victoria que la eleva a un status superior, si eso era posible. La que fuera su verdugo en Melbourne, tan solo pudo erigirse en una testigo de excepción ante el vendaval tenístico desplegado por la menor de las Williams, que no dio tregua a una voluntariosa Kerber.

Salida de ambas finalistas. Foto: zimbio
Salida de ambas finalistas. Foto: zimbio

Serena no dio opciones

Es difícil jugar mejor de lo que lo hizo la estadounidense. Serena tiene todas las armas para ser invencible, y es precisamnte eso lo que provoca muchas veces una cierta relajación en su tenis. Sin embargo, en esta final no hubo lugar para ello. Serena despreció todo espectáculo de teatralidad en los que tantas veces se ha atrapado, y buscó dominar imprimiendo más efecto y altura a la pelota, y sin remilgos a la hora de desplazarse con velocidad por la pista.

Serena Williams en Wimbledon. Foto: zimbio
Serena Williams en Wimbledon. Foto: zimbio

La estadounidense acabó con 39 golpes ganadores y tan solo 21 errores no forzados

Se puso el mono de trabajo y no se impacientó en ningún momento ante la tenaz resistencia de Kerber, que lo intentó todo pero vio cómo el marcador se decantaba del lado de la estadounidense como si respondiera a las leyes de la gravedad. Jugando como lo hizo Serena es muy difícil perder.

La alemana aguantó el tipo con su saque, corriendo mucho y variando bien con dejadas en sus ataques. Salvó hasta cinco bolas de break apoyada en la buena utilización de su primer servicio, letal con el efecto de zurda que le imprime. Cuando parecía tener el tiebreak muy cerca, la menor de las Williams puso una marcha más y logró desbordar a la de Bremen, algo errática cuando llegó el momento de no dudar ni un ápice.

Kerber en Wimbledon. Foto: zimbio
Kerber en Wimbledon. Foto: zimbio

Serena salvó una bola de break en el segundo set, y justo después hizo el break definitivo

Angelique no se desmoralizó, y continuó fiel a su estilo, divirtiéndose sobre la pista y haciendo las delicias de la grada. La alemana no pudo restar con la misma letalidad con que suele hacerlo, gracias al alto porcentaje de primeros servicios de la estadounidense, que tan solo perdió cinco puntos cuando metió el primer saque. Hubo un atisbo de rebelión por parte de la alemana, solventada con dos saques directos de Serena; inmediatamente después, la de Florida dio el zarpazo definitivo al partido, y se lanzó al césped para celebrar como se merece un nuevo título, que le iguala con Steffi Graff en la cúspide del tenis mundial.