Hombres curtidos en mil batallas, experimentados gladiadores que han demostrado saber jugar bajo presión, y que tienen capacidad para amoldarse a todo tipo de superficies y circunstancias de juego. Así son Philippe Kohlschreiber y Pablo Cuevas, que además de compartir estas notables características, coinciden en ostentar reveses a una mano que asombran a propias y extraños, y confieren a su juego un extra de barroquismo y eficacia. Parten como candidatos al título en Hamburgo, y se han encargado de confirmarlo al presentarse ya en cuartos de final.

Kohlschreiber reacciona a tiempo

La derrota de Alexander Zverev sumió al público local en un profundo estado de desazón, del que solo podía sacarles otro de los ídolos locales. Sin embargo, Kohlschreiber se encontró con un desconocido argentino que hace pocos escarceos en torneos ATP. Nicolas Kicker comenzó exuberante y se adjudicó la primera manga, creando el desconcierto y estupor en la grada.

Su siguiente rival será Renzo Olivo

Sin embargo, Kohlschreiber se puso el mono de trabajo y sacó a relucir la garra y clase que lleva dentro. Con contundentes 6-2 6-1, dio una vuelta de tortilla al marcador, y se alzó con la victoria no sin reconocer que no había hecho un buen partido.

Cuevas solventa el trámite

Thiago Monteiro dio varias campanadas en la gira latinoamericana sobre tierra batida, pero en Hamburgo se encontró con la cruda realidad. La superioridad del uruguayo sobre el brasileño fue manifiesta y de principio a fin, sacándole de su zona de confort y haciendo que Monteiro acumulara errores de manera inexorable.

Con un contundente 6-3 6-2, el uruguayo logró el billete para cuartos de final, donde se verá las caras con el ganador del duelo entre Nicolás Almagro y Paul Henri Mathieu. Ninguno de los dos sería sencillo, pero la habilidad de Cuevas sobre polvo de ladrillo le convierte en un jugador temible.