Una de las cosas más complicadas para cualquier tenista, es saber ganar cuando se juega mal. Aquellos que logran alcanzar esta habilidad, adquiere un status superior en juego y ránking. Albert Ramos se encuentra en uno de los mejores momentos de su carrera, habiendo dado un claro salto cualitativo, y su nivel de confianza le está permitiendo sacar adelante partidos que en otra circunstancia habría perdido.

Es lo que le ocurrió en los cuartos de final del torneo ATP 250 de Bastad, donde busca con ahínco el primer título de su carrera profesional, que certifica su gran progresión en este 2016. En cuartos de final tenía un rival muy cómodo a priori, pero Arnaboldi aprovechó la tensión del de Mataró para apretarle las tuercas, y obligar a Albert a sudar mucho más de lo que se pensaba.

Remontada con más coraje que juego

Consciente de la importancia del partido y minimizando la peligrosidad de su rival. Así saltó a pista Albert Ramos, y a punto estuvo de pagarlo caro, muy caro. El español se conformó con ir intercambiando juegos en el primer set, como si se hubiera firmado un pacto de no agresión. Se esperaba que el italiano flaqueara en algún momento pero ocurrió lo contrario.

Arnaboldi desperdició ventajas de break en el segundo set

Ramos desperdició una bola de break, y Arnaboldi se creció y logró la rotura en el undécimo juego. Lejos de amilanarse o autoflagelarse, el español percibió lo peligroso de la situación, e incrementó su intensidad de piernas. Arnabolid mantuvo el tipo, en un set plagado de breaks más por mérito al resto que demérito al saque.

El hecho de que el español se adjudicara la segunda manga, fue la puntilla para las aspiraciones del italiano, que se vino abajo física y mentalmente al ver cómo había perdido grandes oportunidades para ganar. El tercer set fue un mero trámite para el español, que acabó con confianza. Ya en semifinales, Albert sabe que está ante una oportunidad manifiesta para abrir su palmarés.