Siempre hay un lugar en el mundo del tenis para un talento innato como el de Fernando Verdasco, y en 2016 ese lugar parecen ser los torneos ATP 250 sobre tierra batida. Modesta temporada la del español, con picos de rendimientos notables que le han hecho competir de tú a tú ante jugadores como Nishikori e incluso sumar victoria un ante un top-10 como Wawrinka, pero sin ningún resultado notable en grandes torneos.

El brillo al tono gris predominante lo dio Bucarest, donde el madrileño sumó un nuevo título a su palmarés. Pero no se conforma. Si no se puede competir con continuidad, no hay nada mejor que cuajar un par de semanas brillantes y recoger el premio. Parecía ir de vacaciones a Bastad el jugador español, más preocupado por descubrir las bondades de la costa sueca que de otra cosa, pero nada más lejos de la realidad. Verdasco quiere seguir dando que hablar y está a tan solo un partido de alcanzar el que sería el octavo título de su carrera profesional.

Elías no fue rival para el madrileño

El portugués dio la campanada en cuartos de final al imponerse en duelo fratricida a su compatriota y máximo exponente del tenis luso: Joao Sousa. Y como es habitual, tras dar una sorpresa de esas dimensiones, este tipo de jugadores secundarios acusan el esfuerzo físico y mental al día siguiente. Para más inri, el partido comenzó con casi cuatro horas de retraso respecto al horario previsto, y en la pista uno.

Verdasco jugó con un 77% de primeros saques

La veteranía de Verdasco y el hecho de estar curtido en mil batallas, hizo que el madrileño acatara estos cambios con entereza, y pudiera desplegar su mejor tenis, mientras Elías se atrapaba en sus dudas. El madrileño comenzó con dudas, al ceder su saque a las primeras de cambio pero en cuanto su drive comenzó a carburar, todo se aclaró.

La resistencia de Elías se difuminó a base de golpes ganadores por parte de Fernando, muy metido en pista y sin dificultades para encontrar la iniciativa. Se apoyó muy bien y estuvo vivo de piernas, lo que permitió atacar con solvencia y adjudicarse un primer set peleado con más corazón que tenis, por parte del portugués.

El segundo parcial fue un mero trámite para Verdasco, henchido de confianza y carente de dudas. Se mete en la final donde tendrá un duro rival, pero cuando el madrileño encadena varios partidos jugando bien se antoja en un tenista realmente peligroso para cualquiera. Oportunidad idónea para sumar una nueva y brillante línea en su palmarés.