Tarde o temprano tenía que ocurrir. Albert Ramos lleva muchos años ya consolidado en el top-100 y mejorando sus prestaciones poco a poco, sin prisa pero sin pausa. Lo más importante para el de Mataró ha sido mantenerse en la élite, sin buscar fórmulas mágicas para romper moldes y sabiendo que el trabajo duro daría sus frutos. A los 28 años, el español está en plena madurez, sus golpes han adquirido una potencia extra y está demostrando una tremenda inteligencia en pista.

Ya dio señales positivas en 2015, como pudo ser la victoria ante Roger Federer en Shangai, pero no ha sido hasta esta temporada cuando ha eclosionado. Su puesto de cuartofinalista en Roland Garros le hizo ver que tiene tenis para estar entre los mejores en tierra batida, y el hecho de ganar dos partidos en Wimbledon fue palmario del nivel absoluto de confianza en que está sumido. El título en Bastad ganando a jugadores como Ferrer o Verdasco, pone de manifiesto que es el momento del catalán.

Victoria con total merecimiento

Zurdos, con golpes muy liftados, hábiles en el juego de fondo y con capacidad para defender y cambiar ritmos. El estilo de juego de Ramos y Verdasco no dista mucho, siendo el del madrileño algo más ofensivo pero también errático. Ambos eran consciente de que se podía prever una dura batalla de fondo de pista, pero Ramos estuvo tremendamente inteligente a la hora de plantear el partido.

Y es que el catalán es consciente de lo rápido que está de piernas, y es por ello por lo que puso el cebo a Verdasco de bolas cortas que incitaran al madrileño a atacar. Fernando lo hizo pero no con la contundencia necesaria para desbordar a Ramos, que contraatacó con suma eficacia. Empleó bien las dejadas y los cambios de altura para provocar errores en un Verdasco que no le perdió la cara al partido en ningún momento, pero careció de los argumentos necesarios para ganar a un rival mucho más estable que él.

El madrileño tuvo opciones en ambos sets pero falló en los momentos cumbre

Verdasco tuvo opciones en ambos sets; fue clave el séptimo juego del segundo set, justo cuando el madrileño estaba jugando mejor. Sin embargo, se le escaparon opciones de rotura y eso reforzó a Ramos. Dio un último y desesperado coletazo Fernando, pero volvió a ceder el servicio para despedirse del partido. Título muy meritorio para Albert Ramos que se postula como un jugador a tener muy en cuenta, incluso en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.