Jo-Wilfried Tsonga, objeto de todas las críticas tras su inesperada derrota ante Lukas Rosol en la jornada del viernes, se convirtió en héroe nacional tras derrotar al número uno checo, Jiri Vesely. Su triunfo otorgó a Francia el punto que sentenciaba una eliminatoria en la que han sufrido más de lo esperado. 

La presión como principal enemigo

Pocas veces Jo-Wilfried Tsonga ha saltado a la pista con tanta presión como hoy. Su derrota ante Rosol en el primer día de eliminatoria, unido a la incertidumbre que suponía que el cruce llegase al quinto partido, aumentaba considerablemente el peso de la responsabilidad sobre su espalda.

La tensión jugó una mala pasada a Tsonga, lejos de su mejor nivel durante todo el fin de semana. Vesely, con las ideas más claras y apoyado en el incandescente público checo, fue capaz de arrebatarle la primera manga. Saltaban las alarmas en Francia.

El segundo parcial tuvo a la tensión como principal protagonista. El buen tenis brilló por su ausencia, y Tsonga se lo llevó en un tie break que de haber caído del lado contrario hubiese tenido consecuencias catastróficas para los intereses galos. 

La igualdad se mantuvo en los dos siguientes sets, pero la ligera superioridad de Tsonga en los momentos clave terminó por decantar la balanza del lado francés.

Foto: Copa Davis

La transformación de villano a héroe ya era una realidad, y Francia estaba en la semifinales de una competición que no gana desde 2001. En la penúltima ronda, el quipo galo medirá sus fuerzas con el ganador de la eliminatoria entre Croacia y Estados Unidos.

El intrascendente quinto partido, que teóricamente debería haber enfrentado a Lucas Pouille y Lukas Rosol, no se jugó por decisión de ambos equipos.