El dilema de las wildcard siempre está presente en el mundo del tenis. Los organizadores, no siempre encuentran la tecla de invitar a gente joven de la zona, o a gente contrastada y veterana que no se ha podido clasificar para el torneo. En Gstaad, Suiza, los organizadores del torneo arriesgaron con dar una de estas tarjetas a Rebeka Masarova, tenista que no había disputado un torneo WTA y que ganaria este año Roland Garros en la categoría junior.

Era una incógnita el rendimiento de la tenista que saltó a la fama tras dar la campanada ganando el Grand Slam en tierras parisinas siendo la cabeza de serie número 12 y venciendo a las principales favoritas al título en semifinales y en la final. Ya en Wimbledon, y siendo cabeza de serie número dos, la suiza no pudo hacer nada para vencer al ciclón local Taylor que arrasó en dos sets.

Gstaad es de los pocos torneos de tierra que que quedan tras Roland Garros, y conocedores del hito realizado por Masarova escasos meses atrás recibiría una wildcard para disputar su primer torneo profesional. No lo tendría nada fácil, y es que en la primera ronda del torneo se enfrentaría con Jelena Jankovic, ex número uno y una de las principales favoritas para alzarse con la victoria final.

La sangre fría, la buena cabeza y quizá el factor lluvia, ayudarían a esta prometedora tenista a dar la gran sorpresa del torneo venciendo a Jankovic en tres mangas tras un partido disputadísimo. Pero ahí no quedaría la hazaña de Masarova, ya que la 797 del mundo ganaría sus dos siguientes partidos en Gstaad ante otras dos top-100, Kontaveit y Beck,en ambas ganaría en dos mangas.

De esta forma y dando esperanzas al público local, llegaba la jóven de 16 años a las semifinales de su primer torneo profesional WTA ante Golubic. Al tener peor ranking que sus otras oponentes y estar fuera de ese selecto grupo de las 100 mejores tenistas mundiales, Masarova podía entrar en la final dado el nivel que había demostrado partidos atras. Sin embargo el sueño se cortaría cuando estaba casi rozando el éxito con la punta de los dedos. Un 6-3 6-2 le privaría de una final que hubiese sido histórica.

A partir de hoy el tenis femenino tiene otra nueva promesa: Rebeka Masarova. Habrá que ver si consigue llegar a lo más alto del tenis mundial a largo plazo. Ya en su primera toma de contacto con la élite, ha demostrado su valía y su gran potencial, lo que le ha permitido subir de la 797 al 314 del mundo tras este torneo.