"La final de Río ha sido más dura que la de Londres". Así se expresaba el tenista británico Andy Murray, nº2 del mundo, tras revalidar la medalla de oro olímpica al vencer en la final de Río 2016 al argentino Juan Martín del Potro. Si se comparan ambos torneos se puede concluir que Murray acierta en sus declaraciones. Aunque en estos Juegos el escocés se presentaba con un grado de madurez mucho mayor que al de hace cuatro años en Londres, ha tenido que superar momentos muy complicados en su camino hacia el oro que le han obligado a sacar su mejor nivel tanto física como mentalmente. 

Londres 2012: Murray se hace mayor en casa

Andy Murray encaraba los Juegos Olímpicos de Londres 2012 como uno de los grandes aspirantes a medalla. Muchas cosas avalaban al de Dunblane. Primero, que jugaba en casa, el apoyo de un público local que estuvo totalmente entregado a su jugador en todo momento resultó decisivo en las rondas finales.

Murray sólo cedió un set en su camino hacia la victoria en Londres​Lo segundo es que esta edición del torneo olímpico se disputaba en la superficie predilecta del británico: la hierba del All England Club, escenario del torneo más prestigioso del mundo, Wimbledon. Precisamente unas pocas semanas antes el escocés llegó a su primera final del tercer Grand Slam de la temporada, final que perdió ante el suizo Roger Federer. Por todo esto, Murray tenía serias razones para lograr un gran resultado que le catapultase en su carrera.

Desde su debut ante otro suizo, Stan Wawrinka, que el escocés solventó sin problemas, se veía una tremenda soltura y confianza en cada uno de sus golpes y movimientos sobre la pista. Murray despachó al finés Jarkko Nieminen y se citó con el siempre peligroso Marcos Baghdatis en los octavos de final. Escocés y chipriota habían protagonizado un tremendo duelo en la tercera ronda del reciente citado Wimbledon con victoria final para Murray en cuatro mangas. Por eso el escocés sabía del peligro de su rival, alguien que se podía convertir en un serio obstáculo en su camino hacia las medallas.

Baghdatis no defraudó y puso las cosas muy difíciles al británico desde el primer punto del encuentro. El chipriota se impuso en el primer set y obligaba a su rival a la remontada si no quería despedirse del torneo más pronto de lo esperado. Pero Murray supo reaccionar a tiempo y se llevó el segundo y el tercer set para plantarse en los cuartos de final. El rugido con el que Andy celebró la victoria denotó la importancia de la misma y lo mal que lo había pasado durante el encuentro. 

En el cruce de cuartos el escocés no tuvo piedad de un mermado físicamente Nicolas Almagro, al que venció con rotundidad. Murray ya se encontraba en la pelea por las medallas, lo mínimo que se le exigía cuando comenzó el torneo. Por un puesto en la final el escocés se iba a medir a todo un Novak Djokovic, deseoso también de conseguir la presea dorada. 

Murray es apenas una semana mayor que el serbio. Llevan enfrentándose desde que eran unos críos y curiosamente era Andy el que ganaba la mayoría de esos encuentros. Pero las cosas habían cambiado mucho desde entonces. Djokovic se presentaba a estas semifinales olímpicas con ya cinco Grand Slams en su haber y habiendo estado un año entero como nº1 del mundo. Pero el serbio llegaba tocado mentalmente. Sus últimas derrotas tanto en la final de Roland Garros contra Nadal como en las semis de Wimbledon ante Federer, algo que le costó al número uno, habían infligido un severo daño en la confianza del serbio. 

El encuentro fue una batalla física y mental en cada punto. La atmósfera que se respiraba sobre la pista central de Wimbledon superaba cualquier expectativa. La tensión iba en aumento conforme pasaban los juegos. Y al contrario de lo que  le ocurría normalmente, Murray exhibió una gran fortaleza mental. Con 6-5 arriba y saque para Djokovic, el escocés no dudó y se fue a por el serbio. Con una gran volea de revés se fabricó su primera opción de set y en el siguiente punto un fantástico passing shot de derecha tuvo como respuesta la atronadora ovación de una grada que veía como su jugador se adelantaba en el marcador. 

Djokovic lo intentó por todos los medios durante el segundo set, pero Murray respondió con firmeza en cada una de esas ocasiones. La historia volvió a repetirse en el segundo acto. Presionado por la situación, Djokovic dijo basta. El serbio entregó el juego en blanco y  con ello el partido para delirio de la abarrotada pista central del All England Club. Murray no acababa de creerse lo que había logrado, miró hacia el cielo y estuvo a punto de no contener las lágrimas. Al igual que un mes antes, su rival volvería a ser Roger Federer. La revancha estaba servida.

Murray sale aclamado por el público tras su victoria ante Djokovic. Foto: zimbio.com
Murray sale aclamado por el público tras su victoria ante Djokovic. Foto: zimbio.com

Junto a la Copa Davis, el oro olímpico era lo único que le faltaba a Roger Federer en su más que dilatado palmarés. El suizo había sufrido un gran desgaste en su semifinal ante Juan Martín Del Potro, más de cuatro horas con 19-17 en el tercer set, pero sabía que estaba ante su gran oportunidad de ser campeón olímpico. Pero aquel 5 de agosto de 2012 un vendaval llamado Andy Murray sobrevoló por la pista Central de Wimbledon. El escocés estuvo sencillamente increíble en todo. Con el servicio, al resto, atacando, defendiendo, subiendo a la red. En definitiva, jugó el mejor partido hasta el momento de toda su carrera. El resultado, 6-2 6-1 y 6-4, fue un reflejo de lo sucedido en la pista. Murray puso el broche al encuentro como sólo lo saben hacer los campeones, con un saque directo. Desde es día Andy Murray podía considerarse por derecho propio uno de ellos.

Murray posa como campeón olímpico en Londres 2012
Murray posa como campeón olímpico en Londres 2012

Río 2016: Murray retiene su corona y hace historia.

Han pasado muchas cosas desde aquel 5 de agosto del 2012 para Andy Murray. Durante ese tiempo el escocés saboreó de nuevo las mieles del éxito con sus dos primeros títulos de Grand Slam, US Open 2012 y Wimbledon 2013, especialmente emotivo este último al terminar con 77 años de sequía local, pero también tuvo que afrontar el momento más complicado de su carrera. Dos meses después de su triunfo en Wimbledon, Andy Murray anunció que ponía punto y final a la temporada para pasar por el quirófano como consecuencia de sus cada vez más recurrentes molestias en la espalda. Esto abrió un difícil período para el británico, al que le costó más de un año volver a su nivel habitual. Pero lo hizo y de nuevo junto a Ivan Lendl, volvió a levantar un trofeo de Grand Slam, el tercero, otra vez en casa, otra vez en Wimbledon

Murray estuvo contra las cuerdas en Río 2016 tanto con Fognini como con Steve Johnson ​Murray había tachado en su calendario la fecha del inicio de los Juegos Olímpicos de Rio 2016 como uno de sus grande objetivos de la temporada. Tanto es así que después de Wimbledon, el escocés se fue a pasar dos semanas en Manacor para ponerse a punto de cara a defender su oro olímpico, entrenando junto a Rafa Nadal. Tanta es la importancia que Murray daba a esta cita que optó por no defender su título de campeón del Masters 1000 de Canadá que había logrado el año anterior. Apenas un par de días antes de la ceremonia inaugural, Andy recibió una de las noticias que más orgullo le pueden dar a un deportista: Sería el abanderado de la delegación británica en la ceremonia de inauguración de los Juegos. 

Iniciada ya la competición, el británico no dio las mismas sensaciones de soltura que cuatro años atrás en Londres, pero al ser un jugador mucho más maduro que en aquella ocasión, sí que fue capaz de sortear cada obstáculo de cara a retener su medalla de oro. Especialmente duros fueron sus encuentros de octavos y cuartos de final ante el italiano Fabio Fognini y el estadounidense Steve Johnson. Contra el italiano, y tras un comienzo fulgurante, Murray sufrió una pájara monumental que le hizo ceder hasta ocho juegos consecutivos. Tras verse 3-0 abajo en el último parcial, el británico resurgió y se terminó llevando el choque.

Contra Steve Johnson lo pasó totavía peor. Curiosamente el inicio fue de nuevo arrollador por parte de Murray, que endosó un rosco a su rival, pero a partir de ahí el encuentro fue un auténtico calvario para el vigente campeón. Johnson forzó el tercer set e incluso llegó a mandar por 4-3 y servicio en dicha manga. Pero el de Dunblane volvió a dejar patente lo mucho que ha madurado en estos años y solventó el choque en el desempate. 

Con más problemas de los previstos, pero el actual campeón se encontraba en la lucha por las medallas. Su rival por un puesto en la final fue el japonés Kei Nishikori, un jugador que pese a ser todo un topten, dejó claro que todavía partidos como estos le quedan demasiado grandes. El japonés no fue rival para Murray, que se plantaba en su segunda final olímpica consecutiva. Sólo le quedaba un paso para repetir el oro, pero enfrente iba a tener a un jugador que durante esta semana había renacido y se mostraba más fuerte que nunca, el argentino Juan Martín Del Potro.

El tandilense, campeón en el US Open 2009 y maltratado continuamente por las lesiones en sus muñecas, había dejado por el camino a rivales de la talla del actual nº1 del mundo, el serbio Novak Djokovic y en semifinales al español Rafa Nadal. A Del Potro le acompañaba como siempre la ruidosa afición argentina, que iba a convertir el duelo ante Murray en un choque propio de la Copa Davis.

Cada punto de la final fue una auténtica batalla. Murray comenzó dando en un primer set que casi llegó a la hora y cuarto de partido, pero Del Potro hizo una demostración de garra y de coraje al llevarse el segundo set. Pero el físico comenzó a fallar al argentino y Murray lo aprovechó para volver a ponerse por delante por dos sets a uno. El a la postre cuarto y último set fue una evidencia de lo importante que era este torneo para ambos. Tanto Andy como Juan Martín lo dieron todo, absolutamente todo, llevaron su cuerpo y su cabeza límite pero en este deporte sólo puede ganar uno y ese fue de nuevo Andy Murray. Si en Londres acabó con un ace, aquí lo hizo en la red. Murray lograba su segunda medalla de oro olímpica de manera consecutiva, convirtiéndose en el primer hombre en conseguirlo. El abrazo entre ambos tenistas sobre la misma red es una muestra de los valores que debe transmitir el deporte. Respeto, admiración, compañerismo, todo eso en un simple gesto. 

El abrazo entre Murray y Del Potro al acabar el encuentro. Foto: zimbio.com
El abrazo entre Murray y Del Potro al acabar el encuentro. Foto: zimbio.com

En Londres Murray se hizo mayor y dio un paso al frente y de Río se va como un auténtico campeón en todos los aspectos.