La eclosión de una joven jugadora siempre es motivo de ilusión, y aún más cuando ésta se produce en un torneo celebrado en su país, y ostenta un juego brillante y un carisma sobresaliente. Estas condiciones se reúnen en la semana impecable que está cuajando Naomi Osaka, y lo hace ante la orgullosa mirada de sus compatriotas, que reconocen en ella una heroína deportiva que secunde a Kei Nishikori como iconos en el tenis.

Ya avisó en el US Open, donde protagonizó uno de los encuentros más memorables que se recuerdan en los últimos años, cayendo ante Madison Keys en el tiebreak del tercer set después de llegar a disponer de bolas de partido. No parece haber afectado en exceso a la joven Osaka, empeñada en dar el salto cualitativo previsto a tenor de sus cualidades, pero no esperado tan pronto.

Reacción de campeona de Osaka

No ha de ser fácil presentarse en la semifinal de uno de los torneos más importantes del mundo y hacerlo ante un público entregado a su causa. A sus 18 años, Naomi Osaka experimentó el sabor amargo que generan los nervios aferrados al estómago al salir a la pista, y jugó un primer set repleto de errores no forzados por precipitación.

La japonesa salvó la friolera de ocho bolas de break

Svitolina lo aprovechó para meter muchas bolas dentro y jugar con tremenda comodidad. Sin embargo, eso no le bastó ante la versión de Osaka que se vio desde los compases iniciales del segundo set. Y es que la japonesa se soltó totalmente, comenzó a moverse con más velocidad y a tirar fuertes con sus golpes. Encontró la calma necesaria para asumir riesgos y obtener beneficios y ya fue imparable.

La ucraniana no encontró más argumento que el de correr detrás de la bola acogiéndose a que el nivel de acierto de Osaka bajara. Pero no lo hizo. La japonesa no se puso nerviosa a la hora de cerrar el encuentro y consumó un triunfo para la historia. Se verá las caras en la final con Caroline Wozniacki, que llega en plena forma tras su resurgir en Flushing Meadows.