Todo se acaba, hasta lo que parece eterno. Así puede definirse la cuesta abajo sin frenos que está llevando a cabo Tomas Berdych, uno de los tenistas más fiables de la última década. Miembro honorífico de esa competitiva segunda línea capaz de llegar a las rondas finales en todos los torneos, el checo ve cómo la treintena le ha sentado mal y sus esfuerzos por dar un salto cualitativo, se han traducido en un profundo retroceso.

No está acostumbrado a perder partidos ante jugadores de peor ránking que el suyo, pero ha sido la tónica general en un 2016 aciago para Berdych. La derrota a las primeras de cambio en Viena no es más que la confirmación de que algo va mal, siendo la dinámica de Tomas muy similar a la de David Ferrer. Los grandes no perduran para siempre.

Basilashvili cuajó un partido perfecto

El georgiano es uno de esos guerreros afanados en salir victoriosas de una eterna batalla por estar en el top-100. Ostenta un gran talento y se erige en un duro rival en Grand Slams, aunque no suele hacer acto de presencia con su mejor rendimiento en eventos ATP. Viena parece haber ofrecido a Basilashvili las condiciones necesarias para brillar, tras haber pasado una fase previa muy exigente, que le ha otorgado una gran confianza.

Nicolas Basilashvili en 2016. Foto: zimbio
Nicolas Basilashvili en 2016. Foto: zimbio

Salió dispuesto a todo desde el inicio, con un tenis directo e incisivo, buscando tomar la iniciativa y desplazar a un Berdych carente de la chispa necesaria para imponer su talento. No sufrió al servicio el georgiano, y en un arrebato de talento rompió el saque a un despistado Berdych.

El checo cometió siete dobles faltas y estuvo muy errático en los momentos cumbre

El checo, lejos de reaccionar, siguió inmerso en una ola de inseguridades que le hizo cometer muchos errores no forzados. Basilashvili pudo haber cerrado el encuentro mucho antes de lo que lo hizo, habiendo desperdiciado cinco bolas de break en el segundo set, pero vio cómo Berdych forzaba el tercero en la muerte súbita.

No fue más que un oasis en el juego de Berdych, y un destello del aura ganadora que le debería seguir acompañando, ya que en el set definitivo el georgiano volvió a ser mejor. Se hizo con el partido aprovechando las dudas de un desdibujado Tomas Berdych, que mucho habrá de meditar y entrenar para que el 2017 no suponga su declive definitivo en el circuito.