Son pocos los partidos que a final de una temporada quedan en la memoria y en la retina de los aficionados, e incluso de los propios protagonistas, y el que disputaron Gilles Simon y Guillermo García-López no lo hará. El mejor se impuso al otro, que cayó como fruta madura. Solo hubo que esperar a que los intangibles del tenis decantaran una balanza que parecía ya descompensaba desde que la pelota echó a volar.

Guillermo García-López carece de argumentos, y no ya para vencer a un jugador de gran nivel como es el francés, sino tan siquiera para cosechar victorias en eventos ATP y tener la confianza de que puede hacerlo. El manchego camina por un desierto y no hay señales de poder hallar un oasis. Simon fue una tormenta de arena que arrasó al español.

Simon no necesitó su mejor tenis

La resaca de lo conseguido en el Masters 1000 de Shangai sigue atenazando algo el tenis sólido y sin fisuras del de Niza. Sin embargo, esta vez no hubo consecuencias. Y es que ni siquiera los despistes del galo propiciaron que García-López se metiera de lleno en el partido y creyera en sus posibilidades.

Hubo intercambio de breaks en ambos parciales, pero siempre fue el francés quien golpeó más, mejor y en el momento crucial. La diferencia entre ambos es así de pequeña y grande a la vez, y define tanto el resultado del encuentro. García-López ha de reflexionar profundamente sobre lo hecho esta temporada, mientras que Simon continúa su camino.

Su rival saldrá del duelo entre Murray y Klizan

El galo es de esos jugadores que hacen su trabajo cual hormiguita, y parece un fijo en el circuito. Se antoja complicado pensar en un año sin la figura del francés, y a pesar de su edad demuestra seguir teniendo mucho tenis en su raqueta. Todo lo contrario que Guillermo García-López, cuyo final parece cercano.